En el abismo perpendicular de la quietud:
la sombra y las palabras de un réquiem para solitarios;
─A solas. Siempre me estruja con sus brazos la mar hipnótica
del insomnio.
No hay más camino que el del horizonte con sus veletas
vestidas de añicos.
Dime a dónde vas albatros, mientras todo fluye como sangre
entre mis sopores,
las olas rompen contra mis poros, la sed se hace más fría
ante el toque oscuro de la luz.
Cada día tiembla mi voz al hablar de féretros o de alguna
hoja descosida por la herrumbre;
¿acaso las estatuas están vivas y se orinan sin saber que su
infección tiñe las estrellas?
Tengo que arrodillarme para saber de ti, para saber del
punto cardinal de la metamorfosis,
para saber hacia dónde apuntan tus apuñalados ojos, mientras todo se vuelve más purpúreo.
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