La última vez que vi a un pájaro derramar
frío,
fue cuando del árbol brotaba una especie de
rumor
y los escarabajos lo recibían como si fuese
otra letanía para su expendio.
─He aquí una gaviota con un espejo en cada
pluma, un pez con la boca desierta,
una alfombra (no voladora) oscila entre la
saliva y el lamento de la ecuación.
Llevamos siglos en este mundo, incluso el
tiempo nos echa de menos,
ya no percibe nuestro reflejo; éste, es un tiempo de muerte indudable.
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