Odio las ruinas que dejan los muertos vivientes...
Muriendo frente al comal no vendido,
uñas volátiles frente al corazón hendido,
escondida entre tatuajes hechos con sangre,
ratos de augurio por la codicia orfebre,
tomó el hierro como bisturí y escalpelo,
erradicó la planta que estaba sola en el pueblo.
Odio las ruinas que dejan los muertos vivientes,
ruego a las manos que son impertinentes;
bueyes y caballos halan los huesos martirizados,
escombros debajo de los cerebros hechizados.
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