Aparenta que nada de esto sucedió y nunca vuelvas a dar el último golpe...
El impacto se dio y ahora no puedes retractar, no puedes detener las consecuencias, no puedes ignorar la flecha de Apolo que quemo tus pasos, no tienes como esconder la conciencia que te construye una mazmorra. Desde adentro de los pétalos ya quemados por la tristeza y las lágrimas de aquel que sufrió ante tus ojos, se oye el lamento de la garza que fue ahorcada, el ave que fue desplumada por el racimo de cuchillos afilados, el halcón que fue privado de su visión por el resplandor de la espada sangrienta. Tu arrepentimiento es inesperado, pero dudo que las campanas toquen una canción para ti, ni la guitarra llorar notas de cariño y consolación para ese corazón que no pudo tener un poco de clemencia por el semejante. Bajo la guillotina te sientes día a día, no encuentras la razón de vivir, te sientes en el abismo del Hades que te quema las entrañas con el fuego de sus ojos; todo esto clama potencia de perdón, pero quizá nadie te lo dé, solamente el que te entiende puede ser el ángel que te obligó a destruir una parte de ti mismo. Aunque todas las faltas que has cometido, no le quitan el lugar a otros peores que tú, debes saber que tu camino puede ser recto otra vez, sigue la luz y no te pierdas; haz lo correcto. Aparenta que nada de esto sucedió y nunca vuelvas a dar el último golpe, pues te golpearás a ti mismo en el núcleo de tu corazón...
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