Tiñes la desnuda alacena vacía...
Como agua en cántaro caes en la mano del pordiosero humilde, tiñes la desnuda alacena vacía; como sol amaneces en el desayuno del mendigo, sostienes la casa de cartón edificada sobre base de lodo. Aunque todos los males caigan sobre tu boca, siempre nuestros semejantes encontrarán una sábana en ti. Fluyen tus ósculos sobre el río de tristeza que acompaña al desnudo, fluye tu lira, fluye el laúd, fluye tu canción que estimula el tímpano caído. ─ Me apego a ti, cuando mi compasión humana trae consigo el espejo mutuo, cristal que acompaña mi ayuda para el pobre con respeto. A veces te ocultas sobre la penumbra del alza de los precios, pero luego apareces como diosa ninfa sobre el Lago Coatepeque, mostrando clemencia sobre tus súbditos naturales, con deseos de comer el grano con las manos que no tienen. Mientras el sol se oculta en las cumbres de las montañas blancas, el nido del pájaro más débil se acomoda para ser alimentado toda la noche por el Dios infinito. Luego amanece y una nueva novela en forma de aventura se torna por todo el país más peque del mundo en gris. Vuelve a oscurecer y la vida sigue su curso, se plasma en los sueños húmedos del niño que está creciendo, claro, creciendo entre piedras, pomas, lombrices, sanguijuelas, perros enfermos, gatos desnutridos, casas de papel reciclado. Comienzo a pensar que el mundo de estos, se está acabando como el escudo de nuestro orbe infértil...
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