Así el mundo que rodea el barco:
la tortura que gobierna en la navaja,
el espejo que refleja la mortaja,
la flecha que se entrega al arco.
Así el orbe que rodea al manco:
la llama que se apaga en la baraja;
ellos hundidos en la planta baja,
chapoteando en el esperma del charco.
Desnutridos los lirios de cartón,
sollozando en sus lápidas pétreas,
desgarrando el pan seco de su corazón.
Amargos los tragos del polizón,
que navega como espectro en el Hábeas...,
errante que se merece toda la razón.
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