Leyendas pululando a cada rato en mi cerebro,
platos hartándose mi sagrada comida,
pistolas disparándole a mi cerebro
y tú, como escudo protegiendo mi coraza.
A menudo los mausoleos entorpecen
la pluma del vate inequívoco con menudencia.
La bala le apuesta al ala del ave en vuelo
y los sinsabores del plomo escupen el vuelo.
A veces pienso en las muertes claustras,
que rodean el abecedario del silencio;
sin embargo, los laureles siguen su curso
hacia el aserradero de las letras.
Dibujando con la pintura de las nubes,
estoy en la cumbre del suelo,
extrañando a los espectros que lucharon
por su Patria, tratando de alejar a la paloma
de la paz, de las garras oscuras del sonido.
Regreso por donde vine y sólo veo sangre,
sangre que acompaña todo mi cuerpo
y mientras fluya por mis venas,
lucharé con orgullo y certidumbre.
─Pero, ¿qué pasa conmigo?─
Quizá esté delirando en la cuna,
pero sé que pronto terminaré de escuchar el blues
que suena en las tabernas de la incertidumbre.
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