... truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra...
Jorge Luis Borges.
Desdeñando la claridad del espejo, ocultando murciélagos que se desaparecen; dejando que el potro calcine con sus pisoteadas; temblando por el frío solemne, estudiando el misterio del ciego, sintiendo el vértigo del olor de las sábanas. El orbe de este mundo se nubla al amanecer, el azacuán empieza a transitar; la ventana se llena de canarios, los árboles comienzan a diluir su rocío, las ardillas parlotean en sus ramas una detrás de otra. La sien se prepara para hundirse en el esplendor del agua, la humarada de la cocina desenfunda lo tóxico, los árboles sufren, las flores se marchitan, los pájaros se ahuyentan, las mariposas se cortan; pero así somos los seres humanos o más bien podría decir destructores de mundos... Ahora, solo veo sombras, sombras que se ocultan de la matriz del sol, sombras que se desvelan cuando el martillo del tiempo empieza a golpear los días; construyendo un presente más, retirándose al día siguiente al pasado y lo más próximo que podría ser, es el futuro elocuente que desgarra las agujas del reloj mundial que no para, aunque se le acabe la carga...
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