El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien...
Federico García Lorca.
Se retuercen las hojas,
los árboles curan sus cortadas,
las veredas hondonadas,
tiernas se curan las apuñaladas.
Néctar de oscuro sabor,
remedio del glúteo raro,
contigo se escapa el clamor
del frenesí del ruiseñor.
Vértigo en lo alto de la rama,
velando y velando esta la rana,
soplo y soplo esta la flor enana,
amortiguando la caída esta la cama.
La quema se queda en el aire,
ni para atrás ni para adelante,
viene el invierno errante,
que despunta en la radiante.
La hojarasca parece centelleante,
las ruinas del escarabajo al volante,
las dalias de color alucinante,
acogen el rocío merodeante...
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