...Te levanto en mis palmas como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas...
Félix de Azúa.
Ahora que estas aquí, mis alas se han vuelto blancas como las nubes plomizas que surcan el olivo del cielo. He dejado mi infancia aturdida, mis pensamientos necios, mis errores cometidos. Le doy gracias a "Dios" por darme este diamante de amatista que no vendo aunque me den todo el oro del mundo. Mis versos en prosa no son nada comparado con todo el amor que te tengo. Cuando viajaste a través del tiempo hasta este mundo, mis lagrimas fluyeron como torrente sanguíneo agitado, los suricatas vigilaron tu nacimiento, los persas no se atrevieron a acercarse y hacerte daño; cualquier duda que tengas algún día, me tendrás a mí y a mi rubí, para que te sientas seguro y camines entre azúcar no entre salitre. Tengo mis días contados y tú también pero vivamos como si fuera el último día de nuestras vidas, que Dios nos espera hasta que nuestro cuerpo muera. Veo ahora el alma que cubre tu interior y solo veo sombras, sombras porque no sé que futuro te tiene preparado el Todopoderoso. El viaje a la nebulosa de mis pensamientos nunca terminará, porque sé que aunque muera más de algún ser humano me recordará. No te pongas triste hijo, que las runas del abecedario me llevarán a ti, aunque lejos me encuentre... Mí ahora, eres tú...
No hay comentarios:
Publicar un comentario