La sierpe se revienta con tanta amplitud...
Viajando a través de las centellas, encontre muchas elfas galopando entre maderos viejos, entre la nebulosa de sus ojos observe que maldecían; maldecían a los humanos por desentonar a Gaia. Gaia tocaba su arpa sin desafinar, acompañada de pájaros de oro, liebres de zafiro, águilas de plata, porque desde aquel día en que el hombre vino del Maestro, no la supo apreciar. Veo ahora las estrellas caer como plátanos desgarrados por los pájaros, tridentes despedazados en el mar, ya no fluye el espíritu sino el hollín oculto de Gaia. Las elfas me dijeron que si Gaia volvía a ser como antes: El ruiseñor ya no cantaría con dolor sino con fervor. Nadie sabe quien es Gaia pero a mi manera de ver es el hilo que le falta a la aguja; el líquido que emana de las rocas se pierde porque nadie lo ve, los mantos acuíferos ya no son mantos sino coladores de putrefacciones. Si algunos dicen bebemos agua potable ja, ja, estamos bebiendo plomo, el plomo del cañón de la Revolución Francesa, el plomo de la bala de Anastasio Aquino, el dolor de los Pipiles de El Salvador. La sierpe se revienta con tanta amplitud de la devastación del cielo. Oh Gaia regenérate tú sola si puedes, que el féretro de los mortales va y viene...
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