Vertiendo los olivos con los laureles en vértigo...
Salí de casa, y me fui al río, a lo lejos vi como los salmones nadaban contra la corriente, sin miedo a nada. Entonces frunciendo papeles y barcos desordené mis pensamientos y empecé a caminar a la orilla. Cuando logre ordenarlos, los huesos de mis entrañas comenzaron a reordenarse contra la corriente que en mi fluía, las aves que sobre mi cabeza sobrevolaban se abalanzaron contra los salmones; pero, el volar no significa tener más grandeza sino el ser más listo. Seguí caminando a la orilla del río y vi como una tortuga la hacia de minera tratando de sacar un hueco del suelo; y ahora aquí estoy, vertiendo los olivos con los laureles en vértigo, dejando mis uñas en la cáscara de la quebrada, dejando mis tendones en el alambre del salmón, soplando el calor de los árboles que por mi respiran. Comenzando a imitar al león estaba cuando el espectro del río se apareció con cautela, los códigos del cauce son palabras en sentencia, el abecedario que estaba haciendo historia no se tomó la molestia de despertarme, ya que era un sueño muy especial como los cisnes adornando el estanque, se tornó el crepúsculo y la llave de la noche se oculto en el poniente...
No hay comentarios:
Publicar un comentario