Hoy, los pájaros y los páramos: sin lumbres, sin traspatios, sin dinteles; muertos que escupen en la alfombra agujereada por la industria, nidos envueltos en tiznes y petróleos con cerrojos de huevo; ¿habrá hollín en el caracol de las políticas?, sin duda, preguntémosle al caracol que suena a la fuerza y que poco a poco gobierna en su pecho el alfiler del fósil explotado. Hasta Afrodita ha terminado cosiendo prendas en la hojarasca del averno; sin embargo, me ahogo al respirar la bola de estambre que pende de las agujas del viento enfermo, me ahogo tomando el agua cristalizada sin alambiques, hasta Afrodita ha terminado cosiendo prendas en la hojarasca del averno. Estrella, Luna, Sol o estrellas, lunas, soles, cuerpos heridos, por la putrefacción o el karma de la Tierra ya zombie. Musa teñida de olivos y campánulas en vómitos, la choza única del espasmo, la que no le importa perder su virginidad, su vida, sus arterias, su sangre, sus hijos; aquella en donde el oro es un círculo que envicia el asterisco o las comillas; aquella en donde la masturbación termina siendo una eyaculación de perros y gatos; aquella en donde la educación es lanzarle misiles al corazón inflamado. Ayer se me hizo agua el abecedario y ahora el vértigo conmueve y saca de las letrinas, el dulce aroma natural de los poros enterrados, tal cual un árbol que da frutos, luego semillas y por último fenece aserrado en el aserradero de las sanguijuelas.
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