Mi mal es rudo; la ciudad lo encona...
José Martí
Si hablamos de matar, mis palabras matan...
Los Fabulosos Cadillacs
Pa'l matador, matado,
como tocororo bajo el fuego,
bajo el fuego del plomo;
emboscado por tres balas,
te hirieron de muerte.
Hoy, te apodo "El matador", te estoy buscando,
en mi enconada barraca te estoy esperando;
afilando mis palabras con el plomo de tus palabras,
gritando a las láminas: ¡independizaste a la independencia!,
Cuba, Cuba tuya, Cuba mía; no te has ido amigo mío,
incluso tus esquirlas viven en la conciencia
de los calcañales del cerebro del pueblo;
escucha como gritan tus palabras, ¡escúchalos!,
desgarran sus gargantas y escriben tu sangre.
Ilustro el momento en que junto a tus mambises:
derrotaste a la maleza, escupiste a la guerra,
escupiste palabras a las carroñeros espectrales,
escupiste a la muerte; luego, vino el descanso
y agarró tu cuerpo como títere del polvo;
José Martí, ambos sabemos que vives,
vives en los bolsillos de la herida,
vives en el nido de los pájaros jóvenes,
también en los nidos de los ancianos,
pájaros que hoy izan su vuelo sin alas.
¡Oh verso amigo, verso punzante,
de quejas, verso de plomo,
de orejas y ojos mutilados, ─¡ciegos!─,
versos del silencio ecuestre y de riegos!
Vendavales de libertad,
cierzos con sangre combativa;
hay poca sangre en cada herida
y poca justicia sobre la unanimidad.
─Mis ojos lloran raudales y mi lengua entrelaza
las fronteras, fronteras hechas de grilletes de oro.
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