En esa ruina de espasmos y vértigos:
el sufrimiento de las petunias que adolecen,
leopardos que las piedras socavan,
guijarros fritos en la sartén del esperma;
abejas y mantis, un solo círculo hermético.
En la hojarasca eyaculada del vidrio:
el sabor pétreo del almacén en venta,
ánimos desnudos del cuervo virgen;
a través de zapatos y plataformas, adoquines,
adoquines de miel y sal, triste digresión fusionada.
En la cornisa del dintel apresurado:
aquella eyaculación en los senos de la sábana,
amaneceres de mariposas en la cartera,
derrames de estaciones sonámbulas
por aquel minuto del resuello asfixiante.
─Mar de fondo, en la trampa no caeré, es cierto, me causas fisuras en las neuronas eróticas; sin embargo, me conformo con morder tus medias y terminar explotando en los labios del cuaderno. Me has tratado como andrajo de limpieza, me has tratado como cuchillo de plumas escarlatas; soy para ti ahora, un plumero para tus lágrimas y un payaso para tus tristezas.
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