Sudando sobre el día,
esto se ha vuelto costumbre,
mas no una austeridad;
no existe la diferencia,
suena la misma canción;
subes escalones cada año,
mas no logras un cambio.
En el balcón del halcón,
la pupila que mutila;
en la penuria de la lluvia,
la extrañeza de la maleza;
en los ojos de los anteojos,
el puro partidismo del egoísmo.
En las arquitecturas, los grilletes a manojos; ¿habrá justicia en el asfalto?, ¿habrá sudor que valga la pena?, ¿habrá vapor salado en las escaleras podridas del capitalismo?, ¿habrá certeza en el trono del vómito?; sin duda, el vértigo carcome el zapato sudoroso del obrero, mas el pago correspondiente, no llega al estómago del trabajador; es dura la vida, es dura cuando se depende de un cachimbo de hipócritas, burocráticos, corruptos y cerdos sin granja.
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