Alrededor de mí, el grito tenue de todo lo que es mugre para vos.
No es del todo cierto que sus arcanos son sucios. Bajo el
lodazal:
Las luciérnagas tienen sus casitas de espejo y larvas gozan
de un buen sueldo;
aquí, en esta pequeña porqueriza no manda el excremento ni
el eco;
pero quiere mandar la sanguijuela y volver a tener sexo una vez más con
el crepúsculo.
Cuánto hace que el capitalismo fue derrocado y sus restos se
guardan en el desagüe;
el pueblo es el Estado y la Bolsa; más allá de todo eso, vos
el mar, mi silla.
La silla no es más que donde me siento a conversar con los
tumbos,
mientras la Luna accede a mis páginas y hace el ritual más
viejo y hermoso de las flores.
De cierto os digo, que el rocío que brota de cada boca maloliente que me rodea,
es más fresco y diáfano, que el de una polilla bajo el hechizo del oprobio.
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