¡Díganme! Qué hago hundido en este raído tren.
La sangre es fuego deslizándose por los vagones.
Niebla. La vida es una caldera donde arde la niebla.
¡Díganme! Qué hago odiándome a mí mismo.
El viento nos devuelve todo cuanto olvidamos.
Mis almacenes están llenos de alambiques y crepúsculos.
¿Hasta qué estación me lleva este carruaje sin vías?
Siento que estoy corriendo en círculos y vuelvo a despertar.
Vuelvo a despertar dentro de este tren. Solo. Los asientos
parecen criticarme.
(Enciende una vela e
intenta vislumbrarme.) Mi cuerpo está al otro lado,
en una isla muy apartada del caos y los relámpagos.
Escúchalo, es un lobo aullando;
pero, aún sigo solo dentro de este tren y no encuentro la
vía del regreso.
Cada vez que intento salir de las costillas de este tren, la
niebla me abraza y me besa;
quizá no está permitido salirse, mucho menos cuando se es un espectro vagabundo.
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