Quiero que allí reposen los maltratados hijos de mi patria...
Pablo Neruda.
Quiero que mi lucha se quede venciendo a los salados,
se quede vengando mi muerte y poco a poco sosegarlos,
muerte que me azota cada día de invierno a verano,
por eso dejo mi vicio en las manos del niño maltratado.
Rodeo a la penumbra para no envolverme con ella;
los dolores de parto los tuve en mis harapos,
mis caminos fueron blancos como centella,
aunque los ajetreos de ponzoña fueron rápidos.
Jamás tuve un reloj que marcara el tiempo,
sino que traté de detenerlo con mi pluma,
desde el día en que apareció mi cuna.
Nunca dejé que el plomo me envolviese,
solo dejé pasar los aromas fétidos,
así que no me quejo, nunca tuve candados.
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