Sonidos enredados por la tristeza de aquella sirena...
Navego con el mar de mis papeles y plumas; busco en las líneas del libro, algún motivo para vivir sin vida, camino disminuyendo mis pasos para no levantar sospechas de la presencia de mi sombra. Cómodo junto al balcón del edificio en llamas, desnudo por la venganza del tiempo frente a mis pupilas, volando sobre las cabezas de los árboles que meditan sus cortes. Sólido el sonido de la frente que se despega de su sien enmudecida, fría, sangrienta, sudorosa, pálida; veo que el camino que sigo, es aquel que no se ve, aquel que nada más es un brochazo en mi andar. Sonidos enredados por la tristeza de aquella sirena, que plañe por los hombres que caen en sus brazos, sonámbulos, despiertos en el sueño de su mundo. Pienso que la solapa va doblada hacia adentro, pero en palabras cruzadas por la caligrafía, no hay tempestad sin cuerda en el violín, no hay mazo que no tenga clavo que lo venza, no hay carne que no tenga debilidad por la carne. Frente al crepúsculo llovían muchos problemas, pero soportaba cualquiera de ellos como el caballero soportaba su armadura de hierro, no oculto los problemas del mundo, sino que los traigo a la luz, con problemas para los problemas...
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