Deseo fusionar lápidas con féretros desvencijados y atormentados...
En el muelle de la tormenta ecuestre, me halle entre soles y manglares destruidos; bajo la luz de la luna y entre el filo del cuchillo de cobre estaba la fría crueldad del monstruo. Sirenas de cristal transparente navegaban bajo el brillo de los ojos del águila calva, cuarteles de peces sombreados por el matiz del mar, sismos sacudidos por el temblor del sistema solar. Frente a mí, sacudiéndose la marea por el ajetreo de la Luna en mortajas de papel, mientras la tanda de pez vela se hallaban en contra de las aves, el pájaro gigante volaba sobre la cabeza de las piedras que eran... Cinco Sanchos remolinaban junto al remolino del molino de Don Quijote, el estupor de la conciencia del cisne quedo desmentida sobre el Lago Baikal del escombro olvidado. Aquí en tierra, pululando, escuchando, admirando, destruyendo mentiras, opacando el tintero, señalando al del trono de basura, mediante las runas de Egipto y llevado ante los vietnamitas para morir en silencio; los ojos del halcón se ven claros y rapaces, pero yo, no puedo quitarme el décimo sentido del alma; este sentido que no me deja en paz, pero así lo quiero, así lo deseo, mientras la cuna de la pluma exista... Deseo que las pirámides de Egipto sean destruidas para ver quien las puede reconstruir, deseo que la marea del eclipse sea como una paloma volando sobre campanas, deseo que las tormentas solo sean tormentas no destrucción masiva, deseo que la inquietud del ciego solo sea ver mediante la luz del mundo, deseo, deseo, deseo fusionar lápidas con féretros desvencijados y atormentados...
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