Última Luna

Sin volver la mirada hacia la penumbra, ahora me voy para ti...

Pintando lúgubres féretros de olvido y derretidos en la cama del orbe; comiendo por la nariz el último respiro solemne; dejo mis pensamientos en la lápida del libro. Miro a través de tus ojos, que no podrás vivir sin mi presencia, que no podrás tenerme, que no podrás amortiguar mi caída en la zarza del crepúsculo. Sin embargo, no te preocupes siempre estaré a tu lado, el espectro de mi ser te acompañará hasta que te reunas conmigo en la calle de los inocentes. Sé que ahora estás sollozando mi huida, pero, no hagas plañir tus cristales mi amor, guarda tus lágrimas para nuestro Señor. Olvida mi cuerpo, solo recuerda mi espíritu, espíritu que te acogerá en tus augurios, augurios que solo serán pasadizos secretos hacia la penumbra que me acoge. Digo que las aves que vi volar solo fueron aves, pero, tú, mi cielo, fuiste el cisne que bogaba por el mar de mi cerebro. Siempre dije que la tortuga no era lenta, porque en su mundo es rápida; la muerte nos llega como luz de cohete. Ahora que mi ascensión fue distribuida en mortajas de luz, te dejo mi testamento, es un poco raro, pero mi corazón guárdalo en un cofre y nunca dejes que se abra. Sin volver la mirada hacia la penumbra, ahora me voy para ti; nunca me olvides, que en está última luna nos volveremos a encontrar, amor, amor, amor...