Las hojas de mirto curan las heridas de la manzana arrolladora...
Me dices que la luz es la fuerza, la vida, la moneda que no cae en ninguna cara, la tormenta que cae con calma; mientras que la oscuridad es opaca, siniestra, fría, tormentosa, tinieblas sin blancura. Sin embargo, todo esto no es cierto, es solo una mera ilusión fugaz que no tiene explicación ante tus ojos, de esto solo te puedes dar cuenta solo si cierras tus ojos en el balcón de la azotea, la campana acompaña los cantos sonoros de los pájaros, la cigarra holgazanea en la punta del árbol más alto, la tortuga hila sus últimos pasos para llegar al estanque, la tormenta cae sin cauce y sin palabra alguna. Devorando sueños está la noche, mientras las hojas de mirto curan las heridas de la manzana arrolladora; no me tires al suelo, no imites mis pensamientos, solo fíjate en tu rutina, rutina de hechos en contraposición, contraposición porque todo lo opuesto a lo que haces es lo que haces siempre. Finjo que la noche y el día es un pasatiempo como el crucigrama del periódico, la noticia de la portada, la picada del zancudo mayor, el gasto de los impuestos innecesarios, mientras el carpintero bota su última viruta que tiene por orgullo. Las cenizas del volcán humedecieron a los que se creían inmortales, las vacas que se saltaron el cerco ya desaparecieron, los cerdos que excavaron en lo más profundo de su cerebro ya murieron, las trincheras del soldado honesto ya no existen, las flores de los álamos fueron robadas por las abejas; ─La mirada del halcón es la mirada que abre puertas infinitas, sí que las abre..., mientras el hierro se forja en las manos equivocadas, el plomo vuela sobre las sienes de los pinares que gobiernan en lo más alto...
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