Azul, azul, azul, la llama que acompaña tus cabellos...
Retratando la sien de la doncella fluorescente, mirando con emoción sus dos cristales, desnudando su cuerpo con el resplandor del sol, rechazando al lúgubre pensamiento del poeta gótico, rodando junto a la rueda del auto más hermoso. Siguiendo el camino de la pasión eterna, demorando a la luz tenue en el balcón de la mansión; hermosa rosa azul, hermosa rosa brillante, hermosa rosa resplandeciente; acuéstate sobre mi regazo y disfruta del calor de la chimenea ardiente. Ciñe mi boca con tus labios de fuego mortal, mátame en la oscuridad. Fuego, cenizas, nada; nada queda después de tu paso sobre mis entrañas, agua y sudor evaporados dentro de los poros, ojos brillantes por el ajetreo de tu vientre, oh rosa azul, paloma del viento, osa mayor, cielo deslumbrante. Amor, dime que me amas y que nunca serás una estrella fugaz, dime que los vientos que en ti fluyen nunca terminaran en huracán, dime que la prosa que hoy te dedico es nada más un párrafo, dime que tus ojos no miraran a otra sombra pululante. Azul, azul, azul, la llama que acompaña tus cabellos, mientras la calma de tus neuronas se torna en olivos envueltos en sábanas. Llámame desde el interior de tu cuerpo y yo llegaré como ave rapaz sobre su presa, invierte tus métodos de conquista sobre mí, todos los días. Eres la rosa de mi fuego azul, eres la campana que toca en las mañanas la música para mis tímpanos con dulzura, eres simplemente mi esposa...
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