Finjo fuera de la esfera

Finjo fuera de la esfera que los azacuanes no son carroñeros...

 

Finjo fuera de la esfera que los colores del incienso no son como los pintamos, finjo que mi mente está cerrada para no sentir dolor alguno, finjo que las calles por donde camino no tiene agujeros, finjo que la piedra más grande no puede ser destruida, finjo que la tenaz frialdad de las hormigas es inexplicable, finjo que las abejas de la cueva del dragón no pican, finjo que la tormenta de arena es inigualable, finjo que las mentiras piadosas son buenas, finjo que el caballo tiene alas y puede galopar sobre el arcoíris. Sin embargo, las nubes todavía no son de rocas fundidas, los cabellos de la zarza no maltratan a las aves, las runas de Egipto no han sido descifradas por completo, la profundidad del océano es profunda y nadie ha llegado hasta su último reto. Locuras sobre locuras en las afueras de la esfera del mundo no vivo. Mejoras en el radio de la esfera que nunca fueron hechas, humanoides sufriendo por las cascadas del cielo, rugiendo y señalando al que los creó, pero no es así; sencillamente debemos de vivir la vida metro a metro, siguiendo un patrón infinito, para poder vivir en este mundo de gárgaras. Finjo fuera de la esfera que los azacuanes no son carroñeros y que las tablas donde martillan los carpinteros son de acero impenetrable. Me duele en los ojos saber que la esfera no tiene reparación alguna, me duele, me duele, me duele...