Sonetos a mi madre

¿Estás aquí, madre mía?

Miguel de Unamuno.

I

Colocando mi sien sobre la almohada

estabas tú cuando tenía un año,

oh madre mía como te extraño;

sé que mi corazón siempre te adoraba.

Vuelas, vuelas y vuelas sobre mi cerebro,

tú me enseñaste el buen camino,

tú me enseñaste a no beber el vino,

tú me enseñaste de donde viene el féretro.

Yo botaba tus floreros de porcelana,

pero tú recogías con amor los pedazos,

siempre me trataste como un gorro de lana.

Si bien, estás palabras son pocas

y mereces más que un árbol,

sé que nunca me dejarás morir entre cloacas.

II

Amor de madre, un son en mi canción,

amor de madre, un peñasco que nadie mueve,

amor de madre, contigo nadie se muere,

amor de madre, te regalo mi corazón.

Amada madre, siempre tienes la razón,

amada madre, me diste una razón de vida,

amada madre, me diste un corazón y un alma latida,

amada madre, sembraste en mí tu sazón.

Madre mía, siempre serás mi océano,

madre mía, siempre serás mi luz,

madre mía, mi amor es amor, te amo.

Relacionando la faz de la tierra,

estoy ahora, eres la mujer más bella,

por eso mi calor en ti se aferra.

III

Madre, blasón de mi apellido y mi sangre;

madre, palpitar de ángeles en el cielo,

madre, tormenta de calma como un velo,

madre, siempre me mantuviste alegre.

Fuego de mis entrañas pululantes,

ternura de oveja apasionante,

realeza y reina de diamante,

eres un firme escudo entre caminantes.

Ramada de cañaveral blanco,

acoges mis dolencias con paciencia,

héroe de siglo arisblanco.

Mi cuna fuiste y nunca me descuidaste,

cielo, tierra, núcleo, vía láctea, todo,

madre, siempre voy a recordarte...