Bajo la sien de mi país de cáñamo entre soles y pinos...
Sombreada la sombra de la emoción de la pluma, confeccionando la prosa de las tablas de lirios en sauna. Interrumpiendo la rutina para encender la fogata que levanta llamaradas de oscuras tenazas del recorrido de las neuronas olvidadas. Desmintiendo la oscuridad entre la luz a oscuras, redimiendo a la tinta de su obligación obligada. Fuego lento a llama espesa entre escombros de ataúdes comidos a la intemperie. Frente a vos, la página que olvida el esperma de los antiguos ermitaños. Destruyendo la libre expresión por la libre transición del crepúsculo envuelto en un lienzo de abecedarios. Dibujando vías lácteas en los renglones de la calle, sacando el corcho de la justicia con un escalpelo de la calma. Volviendo a volar sobre los petates de la abuela del Bicentenario, comiendo míseras, por lo poco que gana el obrero en este país de hilos y hamacas. Bajo la sien de mi país de cáñamo entre soles y pinos que no existen, bajo las cloacas que fueron olvidadas por los caminos corruptos del que ahora está en el trono. Todo esto, es solo una pésima realidad, todo esto es la herrumbre del plañir del tiempo, todo esto es la mediocridad de las guerras silenciosas, todo esto es el grano básico que no logra llegar a tiempo al hogar, todo esto es la ¡maldita! incapacidad de reflexionar, todo esto es lo que elegimos desde la trinchera divagante...
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