Ni de subida ni de bajada

Bajo el monte de la cuneta, la rueda arruinada descansa su ebriedad...

Rueda y rueda la juventud de la cloaca entre camellos fumando golpes amargos; escupiendo hacia arriba esta la manzana podrida de la calle moribunda, golpeando luces de color negro está la sien en la tormenta creciente por la vergüenza de la pálida vida que se lleva cabo en el bar. Esculpiendo la roca de vidrio el hígado degollado, sintiendo que la cultura del que lo posee no es cultura, sino destrucción. Mientras va caminando el oso hormiguero y ve los rótulos en la calle solo lee: "Ni de subida ni de bajada"; ponzoña es la que poseen los koalas que se marean, toda las aves los desprecian por su terquedad y su holgazanería. Hijos, madres, tíos, abuelos, bisabuelos, nada queda; todo se pierde en este mundo de mentiras, que soluciona los problemas por un rato, pero al cabo  de unos minutos vuelven a aparecer; es un mundo de ilusión, un mundo de frío, un mundo de calor, un mundo de tristeza, un mundo de felicidad errónea, un mundo de cuentos con final negro, un mundo ni de subida ni de bajada. Caminando sobre la acera de bronce, bajo el monte de la cuneta, la rueda arruinada descansa su ebriedad para volvérsela a poner al día siguiente. Nada de nada es lo que se vive en la impureza de este pecado capital, nada porque la subida y la bajada no existe, solo existe un camino recto en el que todos los seres humanos deberíamos caminar. El águila harpía vuela sobre el lienzo desvencijado del mundo, pero no vuela en diagonal ni en vertical, sino siempre hacia adelante horizontal. Sobre esta maroma yacen muchos que no se bajan, disfrutan de la ceniza del agua ardiente quemando su oscura bolsa atormentada...