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lunes, 30 de junio de 2014

Piedras de...


Cauce de coágulos, glóbulos de almendra, arterias de musgo, venas de podredumbre, corazón sin pulso. Sin embargo, en el invierno, tu vida regresa al curso normal: te desbordas con furia.

viernes, 27 de junio de 2014

Gesta de mi no infancia


El añil del cielo se enfrentó a un vértigo insoslayable, 
las nubes bebieron plomo, los perros huyeron de la bestia,
el musgo se había convertido en una pandemia
y hasta los volcanes guardaron horas de silencio.
(El Leviatán sigue vertiendo su carroña en el pocillo.)
Aquí, lo irascible del camuflaje se apoderó del verde pasto,
las flores vomitaron coágulos, los girasoles perdieron luminiscencia,
los laureles fueron atravesados por las máquinas del diablo
y los ríos se convirtieron en el transporte más apropiado para la muerte.
Al final se llegó a un acuerdo, pero lo que nadie sabe:
es que el olivo que llevaba el ave, se convertiría en el próximo holocausto.

miércoles, 25 de junio de 2014

Heridas de un clavel


Una gota de esperma baja por el pómulo,
sangrante el rocío esparcido en la tierra;
la brisa soba el pétalo adusto,
mientras las lágrimas de la Luna caen sobre una almendra.
(No es justo, ¿acaso no hay ergástula para la pedofilia?)
Ella siempre había jugado con los pájaros del alba,
ahora permanece encerrada, el miedo la inmuta, el miedo la engrilleta;
ya no quiere saber nada de canículas, ni saber nada del horizonte.
Todos los días descamina el crepúsculo,
sus lágrimas dibujan en las baldosas: esa mitad de existencia que le queda.

martes, 24 de junio de 2014

Sentires


Me siento como el despojo de aquella hojarasca virgen.
Solo. Adusto. Sin lágrimas. Con un racimo de relámpagos en el pecho.
Ningún pájaro canta a esta hora, salvo los grillos con sus sonatas de invierno.
Estoy completamente árido, devastado, como aquel río flotando sin sentido,
como aquella alondra que tirita frente al calor interno de las begonias dragón.
(Descoloridas las penas sembradas en el vergel del tiempo. Cadáveres sin fuego.)
Tiritan rojos los cabellos a lo lejos, contagiados de hijillo contraen a los árboles.
Ya sabrás, ya sabrás cuando el temblor toque a tu puerta; ya no habrá agua sexual,
ni tampoco excremento en las aceras, el coma etílico se está apoderando del alba.

lunes, 23 de junio de 2014

Noche a gatas


La noche llega puntual a su diván.
Se acuesta, bosteza y se levanta con una navaja clavada en sus pupilas.
Las lechuzas traen sus alegorías, sus cruces, espectros sin córneas;
¿cuántos laberintos nos aguardan en el lago de las digresiones?
(Aquí en el taburete, la borrasca se traga con lamento,
mientras en mis uñas el insomnio brilla ante la indiferencia.)
Hace frío en mis zapatos, el calor gobierna en lo póstumo;
traigo conmigo un puñado de gargantas oxidadas, un piececito,
más de un millón de angustias brotadas del desborde de los ríos
y aún no sé qué pespuntar con todos estos hilos estertóreos.
¿Qué acequia puede dar libertad a tantos despojos?
¿Acaso el beso de la Luna o el abrazo de un violín
o la bofetada de una brisa sin manos o la caricia de una hoja de chichicaste?
¡Qué esperamos después de todo, si tenemos el bisturí, la camilla, los guantes
y el hospital donde existe cura hasta para el güishte más inescrutable!

viernes, 20 de junio de 2014

Laberintos de terror


Lamentablemente la muerte no quiere renunciar a su salario.
¿Habrá alguna posibilidad para el horizonte?
¿Habrá alguna esfinge que pueda convertir en piedra a la zozobra?
Entre lo inverosímil y lo verosímil, la sed en la garganta de las sandalias,
los despojos de una lágrima que no puede tocar fondo,
las huellas casi borradas de un armadillo que cruzó los límites del crepúsculo;
hoy, las noches se han vuelto copas de ponzoña, los árboles ya no cantan,
les han cortado su idioma; entre tanto, los cerdos eligen en su pocilga su sátira.
(Hay dos crepúsculos: uno para el traspié y el otro para amanecer en el abismo.)
Sin embargo, seguimos juntos ─vos y yo amor─ en este mundo agrietado,
buscando tortugas ecuestres entre las piedras, jugando otra vez a ser niños.

jueves, 19 de junio de 2014

Aquí hubieron ríos


Los indígenas no conocían la palabra contaminación.
Lo aprendieron cuando los peces morían panza arriba en los ríos...
Aquí hubo una selva - Eduardo Galeano
 
Nada más un suceso ocurrió cuando los pájaros revelaron cuán contaminado estaba el río Acelhuate. 

En ese entonces, las industrias ya se habían asentado sobre la jungla, comieron hasta saciar su gula y al final cagaron plásticos, desechos, espumarajos, bolas de estambre, herrumbre; esto luego se convertiría en una guillotina para los peces.

Los pueblos indígenas no conocían el término podredumbre.

Lo aprendieron cuando vieron como los ríos se llenaban de caries, entrañas, branquias oxidadas, raíces con símbolos bioquímicos y despojos de árboles muertos por ataque cardiaco. La gente comenzaba a sentir moscardones en sus intestinos, a los niños se les hinchaba el estómago, hasta los animales hicieron su propia huelga y emigraron a otros pulmones.

Varias instituciones surgieron a raíz de esto, pero ninguna hasta el momento ha podido arrancar todas estas letrinas con diarrea textil o mercantil. 

Hoy, pocos se han tomado la molestia de unir fuerzas, fabricar auroras, mutilar sanguijuelas, publicar elegías y así provocar la asfixia al estiércol vertido en el estómago de los que un día fueron llamados: ríos.

miércoles, 18 de junio de 2014

Peregrina


Salta que salta la niña Esmeralda
y con gracia llega hasta el número que le falta.
¿Quién viene por ahí? ─Dice Mafalda─.
(Es una señora con apariencia de guirnalda
y con un puño de flores viene a enredarlas.)
¿Cuál es su nombre? ─Pregunta Esmeralda─
Mi nombre es Primavera y vine a invitarlas
a un mundo colmado de muchas esperanzas.
Mi mamá vive aquí y no puedo dejarla,
dice con voz de alondra la niña Esmeralda;
mi papá vive conmigo y no puedo dejarlo,
porque eso podría hasta matarlo ─dice Mafalda─.

lunes, 16 de junio de 2014

Padecimientos


Las ofertas crecen como las corrientes.
La inclemencia es un caso renal crónico.
¿Cuánta ceniza es necesaria para seducir a un volcán?
¿Qué nos queda después de todo?
(Aquí, las disputas son entre el añil y el cacao.)
Aquí, se arrolla a un anciano y los sofistas se ríen
y hacen hincapié que el dinero es la solución.
¿En qué patíbulo está encerrada nuestra dignidad?
¿Cuántos crepúsculos hemos tirado a la basura?
Utopía. Clarividencia. Fuego encerrado en el mutismo.
Hoy, me dio por situarme en medio de un río hambriento
y adivinen qué: sobreviví; pero mis huesos aún padecen de sombras.

viernes, 13 de junio de 2014

Divieso


En estos días de fetiches y vómitos redondos: 
las aguas inundan y depredan los chiriviscos, 
mientras todos se disfrazan de moscardones
e invaden los andenes con sus pancartas.
(Nosotros, siempre hemos sido aprendices de las luciérnagas
y hasta ahora no nos hemos convertido en estúpidos.)
Hemos aprendido a descifrar el lenguaje de la orfandad, 
hemos sido, de alguna forma, la excepción en las alcantarillas.
Ahora sabemos traducir el idioma de los pezones
y hablar en lenguas poco habituales para algunos;
nada más nos queda, pedirle prestada la luz al infinito,
para seguir con la escritura en estas islas de intemperie.
Al fin y al cabo, somos oriundos del eco de los pájaros.

jueves, 12 de junio de 2014

Guacalchías


Cuando escucho murmuraciones sobre navajas en los tabancos,
recuerdo aquellas gargantas tragando del pasto de la muerte.
¿Cuántos corifeos existen hoy en día?
Si ya la muerte ha formado su propio coro, su propia brújula,
sus propios puntos cardinales; dime cuántos patíbulos más hay en el horizonte.
(No logro testificar tal cosa. Detrás de la reja, el frío póstumo del calendario.)
Estoy, frente a un puñado de estiércol. Aquí, gobiernan las moscas,
dirigen los buitres y deciden los cuervos. No hay que ser ─decía mi abuela─.
Sigo el camino del candelabro y labro las veredas hacia el nirvana del aliento.
Hoy, encuentro en tus bejucos un columpio para mis vigilias,
pero todavía no encuentro el antídoto para la indiferencia
ni las servilletas para limpiar las lágrimas hipócritas de la corrupción.
Al final, solo me resta jugar con la quinta esencia del alfabeto
y así construir una torre donde el liberalismo brote a borbollones.

miércoles, 11 de junio de 2014

Después de medianoche


La desilusión se ha vuelto costumbre:
hay brotes de raíces en la garganta del fauno,
se oye detrás del espejo el reproche de una lechuza y una esfinge;
aquí el lodo es menos importante que los desagües,
aquí las tarántulas todavía guardan sus telarañas en el Parlamento,
como si no tuviéramos bastante con los espantapájaros
o con el fénix de los Derechos Humanos que aún no renace.
Me duele el pensar en el vértigo de la flor de izote,
me duele todo ese montón de retortijones que sufre en su angustia.
Hoy, en esta época, la lluvia piensa dos veces en desbordarse,
salvo cuando en los acantilados abundan grafitis de democracia,
ella toma la decisión de sacar los candelabros de la urna.
(Ahora es posible jugar a los zombies. Entre la niebla, la bruma
y los espejos: la risa de una granada, mientras el submundo me platica.)

martes, 10 de junio de 2014

Menopausia


A menudo, lo onírico se vuelve trágico al chocar con el realismo.
Como quisiera que los ríos tuvieran su propio drenaje,
su propia voz, su propia pecera con filtro incluido.
En este tiempo los volcanes sufren de asma y bronquitis,
los pájaros beben de los escombros que un día fueron ojos de agua,
los árboles sufren de glaucoma y de herrumbre hemorrágica.
(Frente a ti, el nudo ciego de mis zapatos en coma.)
Ya ha llovido en las aceras de mi penumbra y no tenía paraguas,
la ciénaga tiene un vértigo clavado en el pecho y no tiene ataúdes,
la esencia cardíaca ahora aumenta con el toque del fango,
mientras la peregrina es jugada encima del lobo a los 12 años.
Nadie sabe dónde está la abuela, ni dónde quedó su cuerpo profanado,
solo quedaron las hilachas de un vestido de nubes y una hoja de hierbabuena.
Al final, solo le pido al arca del aliento:
que se lleve al otro lado del universo toda esta impávida menstruación.

lunes, 9 de junio de 2014

Guitarra manca


¿Qué hiedras nos han comido las manos?
¿Acaso somos humanos holgazanes con necesidad de un androide más?
¿Qué es lo que lograremos encontrar en la hipodermis de la tecnología?
¿Qué pasará cuando las máquinas se aburran de nuestra mediocridad?
¿Cómo será nuestro futuro cuando comamos de la mano del páramo?
Quizá toda esta esquizofrenia o fiebre de la nanotecnología
me tenga con una camisa de fuerza en la boca o en mis tendones,
pero aún conservo un puchito de respiro junto a mis mariposas.
(¿En qué vertedero cabe tanta agonía y tanta escupida de herrumbre?)
Estamos convirtiendo al mundo en escoria cibernética,
en un pulmón abierto al cáncer que despellejará hasta la última gallina ciega.
Algunos dan de comer a un mendigo montándole tamales en una tablet,
otros les enseñan a volar sesos a sus hijos, mientras la plusvalía es la muerte.
¿Quedará esperanza para que una cámara digital se jubile?
¡No lo creo! Lo demás, se lo dejo al teatro del espantapájaros y su burguesía.

domingo, 8 de junio de 2014

viernes, 6 de junio de 2014

Fotografías


He mordido los violines infinitos del espejo.
Sueños. Recuerdos. Estrellas colgadas en el cerco de mi casa.
He recogido piedras en los arcanos de las luciérnagas.
En las calles, cuelgan los miedos de las paredes,
he dejado de creer que los gatos mueren por curiosidad;
nada duele, ¡miento!, duele cada puchito de hijillo,
duele hasta el encéfalo, duele hasta la respiración.
Ilusiones. Pesadillas. El silencio me invita a retorcerme,
como esas cortinas en las manos del viento, escucho.
(¿Cuántas imágenes caben en nuestra memoria?)
Mientras cada fotografía cuelga en el tendedero,
el flashback se desangra al tocar cada nota 
y lo sé cuando la sierpe le huye a tanto desvarío
y lo sé cuando los pájaros afrontan cada borrasca
y lo sé cuando vos (amor) viertes tu sexo en mis páginas.
Has sido un ermitaño ─me dices─ mientras te encierras en facebook
y publicas tu más reciente foto en las tripas de una aparente realidad.
Niños. Ciudad. Esputo esparcido en las calles de la garganta.
Girasoles perdidos en la inmensidad de las gangrenas plantadas
y cosechadas bajo lo que llamamos democracia, ceguera urbana, hemorragia.
Llora El Salvador, llora Chaplin junto a la extinción muda de esta época.

jueves, 5 de junio de 2014

Página en blanco


He llegado a la conclusión de que los ríos son una farsa.
(¿Cómo conseguiste ese título de polvo?)
¿Dime cómo enseñas a un guijarro a volar para siempre?
Frente a mí, solo veo renglones vacíos y palabras sin construcción,
arcoíris oscuros en el iris de tu pesimismo, canciones fantasmas,
vagos reflejos de un aprendizaje por codicia o por creerse más que los otros.
A veces hacerle creer a un pájaro que siempre será tiranizado,
es la peor calumnia que puede darse en los caminos del progreso.
El mundo cambia, las rutinas, la inventiva, haz añicos tu determinismo.
Nada es posible si no se rompen los grilletes de la indiferencia,
hay que bruñir papel con maestría, como lo hacen los niños en preparatoria
y sacar de todo esto: un mundo donde los pájaros jóvenes toquen la cumbre
y la sigan tocando hasta entender el oscuro silencio que guarda el universo.

miércoles, 4 de junio de 2014

Sangre de invierno

Invierno rojo - José G. Tovar

(Ni la lluvia detiene a los que ya están muertos.)
En ringlera india, sarcófagos con bocanadas de asfixia.
Hace frío en las aceras embriagadas del barrio;
ahí, hasta ebrios forman parte de la clase trabajadora.
Y vos, ¿a qué horas te fumas el Sol y escupís a la tierna floresta?
Bajo la borrasca, las correntadas limpian las letrinas del discurso,
es la hora en que los rayos se convierten en fresco reproche;
pero, ¿dónde cabe tanto lodo y tantas cenizas idiotizadas?
¿Acaso el cierzo anuncia una nueva ola de alcantarillas
y arcos grises tras la ciénaga de la orfandad?
Estoy ebrio, la lluvia me ha dado de beber del linaje de los espectros
y puedo estar seguro de que ni vos (amor) hubieras podido librarme.

martes, 3 de junio de 2014

¿Qué vas a gobernar?


Dime, ¿qué vas a gobernar en estos linderos marchitos?
Si todo está ahogándose en el charco, mientras tú hinchas la barriga.
(Llueve sopor, llueven puñados de guijarros sobre la sangre.)
Dime, ¿cómo vas a gobernar una escuela que ya es un espectro?
Bajo este cielo gris, podrido y lleno de racimos de angustia:
el cuórum, ese gran número de gárgolas inaccesibles.
¿Acaso la validez es un misterio para el pueblo?
Dime, ¿cuántas veces has dejado caer una moneda en un pocillo?
¡Suena hueco verdad! ¡Suena como el estómago de un niño hambriento!
¡Suena como el llanto de una mujer a punto de dar a luz bajo el lodo!
¡Suena como aquel túnel donde le volaron los sesos a mi hermano!
¡Suena como cuando una bala muerde la hipodermis de la víctima!
¡Suena como la sirena de una ambulancia empapada de estertores!
¡Suena como el poema: hueco, trágico, adolorido, melancólico!
Tal vez te suene todo esto a locura, pero no te preocupes,
solo soy un loco más en estos caminos inyectados con colirio.