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sábado, 30 de noviembre de 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

Calzoncillos rotos


Perdonar el sopor del día.
Tocarle serenata al precipicio de Morfeo. 
Manchas purpúreas en lo profundo de sus harapos.
Estos ataúdes demandan la tibia sábana de la Luna, 
mientras los trajes de la oficina nadan como patos
y los andenes son los que viven el verdadero frío
en las grietas de la pesadumbre de los años.
(Tengo el cuerpo cubierto de escarcha, me sostiene lo gris.)
De nuevo el dolor, con su angustia de aldabas en las aceras.
De nuevo el estertor, permanencia tétrica en la cuna de Dios.
De nuevo el día, con su espesura y sus rumores grises. 
Aquí, nacen del feto los escombros de las sandalias,
se elevan las galanterías, mientras los botones marchitos
duermen con la congoja en su paladar resquebrajado.
(Hoy, siento soledades irrumpiendo en mis huesos sin calcio, 
mañana, la tormenta romperá mi sufrimiento en pedazos.)

jueves, 28 de noviembre de 2013

Péndulo


De repente el miedo nace de la pluma y del polvo. 
Nos permite conocer aldabas y tabiques en la autopsia. 
(La llave del cerrojo, es la muerte misma, fustigaciones
y verdugos en el esparadrapo del mendigo automatismo.)
La vigilia hace de nosotros un cuervo, o quizá será mi sensación,
pero en la faldita de cada puchito de penumbra, tú y el surco. 
Derretimos el fuego hasta aplacar su frío,
mientras teñimos el párpado de la noche con nuestras aturdidas lágrimas. 
Llega la hora en que a los gallitos les tiritan las patas, ya no hay canturras.
Sigues observando a lo lejos, es tu forma de beber esqueletos y baches;
después de todo, nosotros los viejos llevamos en cada arruga
una flor de loto negra y no le tememos al arcano del jeroglífico.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Poesía


Vos, en las pestañas entumecidas de la patria,
ebria, con tantos matraces de herrumbre
y ergástulas en el pecho de tus veredas.
Vos, en la sonrisa apolillada de los niños,
igual al eco loco de las hienas hambrientas;
dentro de ti, las aves que se quitaron del mundo,
tinta coagulada en el pómulo de tus senos;
naciste de los cipreses y de las hiedras gigantes,
no del amor paradójico que idiotiza los pasos,
mientras los cascos de Atila aplastan los crepúsculos. 
(De nuevo, la flama del llanto y sus quejas de escarcha.)
Te veo en la sombra del farol que quema los atardeceres,
sola, espiando el sabor amargo de los transeúntes vacíos;
como si tuvieras elección alguna, te quiebras junto al espejo
y entregas tus añicos envueltos en sílabas para el traspatio.

martes, 26 de noviembre de 2013

Faro del desasosiego


Los mutismos me privan del sosiego.
El aire denso irrumpe en mis sueños. 
El preludio espectral de las polillas corroe mis palabras. 
De neblina se llenan mis venas, tiritan, convulsionan
y se retuercen en vértigos, como lied al ras del alma. 
(Hay dentro de mí, podredumbres en forma de arrabal.)
Chichicastes ácidos y torvos,
rasguños en la aldaba de tus andamios, cortinas negras
y colores azules coagulados en tu pecho sin paladar;
de seguro, todo esto ya te sabe a olas de cobras
y águilas con garras de estrellas, flagelo pertinaz.
Esta noche has muerto en un solo destello, con voz grave,
desnutrida, hambrienta, andrajosa y estallada;
mientras yo, te revivo para obligarme a observar tu tortura
y respirar del aire envarado de tu frío claustro de laureles...
Una vez más.

lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Cómo será mi muerte?


¿Hacia qué efluvios me arrastran los huesos?
¿Hacia qué arados los surcos de mi doble sombra?
Aquí, sentado, frente a puñados de canicas sin niños:
la vereda gris de mis miedos y digresiones, 
guijarros oscuros, y muchos, llenos de sangre hasta el pecho;
me abandona mi espíritu, ¿cómo será mi ascenso
o gestación en las raíces de los cipreses?,
¿cómo será?, ¿acaso flotaré alrededor de ti
como el cerco de Saturno y sus rocas purpúreas?
Hay de mí, hay de mis pobres vigilias, 
¿rodarán como el polvo y las cenizas?
Me acompaña una silla decrépita como mis graneros, 
tirita, tal si fuera un meteoro golpeando mis nervios.
Y ahora un grito horizontal perfora mi aire nocturno
y anuncia mi perdición entre los chubascos plomizos.
(La deshora llega y el crepúsculo tus desvaríos reclama,
así como aquella aurora en que viste por primera vez
la luz del umbral a través de tu madre.)

viernes, 22 de noviembre de 2013

Misantropía


Me odio a mí mismo por no ser un ave. 
Odio a las mil caras de la indiferencia.
Me odio, por vivir una cultura diferente. 
Odio los ataúdes que arrastra mi sangre. 
Me odio, por tener alas y no poder elevarme. 
(Caminamos entre zarzas y rosas purulentas.)
Me arrastro junto a la ceniza del vértigo,
los harapos hacen de mí una fisura
y de la peña brotan mis apuñalados lamentos;
me niego a encontrarme con la muerte,
tengo la certeza de adquirir más vida
para poder pervivir en el limbo de tu pupila.
(A veces, el firmamento nos hace añicos
y se cobra todos los machetazos
que le hemos proyectado en sus grandes murallas.
Por eso, le pido a Dios que me haga diferente.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Noche aciaga


Navajas purpúreas, miserables, teñidas de esfinges
y yelmos espectrales, roen el sueño de nuestros párpados;
me llenan de dudas los sepulcros incontables,
los sepulcros nada más;
frente a mí:
impávidos cuervos se embriagan con el pubis
que la noche ha forjado frente a sus picos de mercurio,
ineludibles orgasmos tétricos de Helenas,
ecos de navíos, quimeras retorcidas por negros calores.
(Sentimos lo verosímil de tantas ergástulas,
mientras tragamos cerrojos con voces rotas.)
La X marca el sitio y yo espero no estar aquí
cuando la muerte reseca llegue con su estómago
desecho por el manto fétido del monstruo titánico.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Conteo


Siempre en el peñasco del automatismo, aquel 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10: es en ese periodo en donde las pantallas ensucian la góndola de los ojos, salvo en las raíces de los libros y en la lúcida democracia aun en andrajos, utopía inconclusa, motor sin aceite. El arcoíris nos presenta 3 puertas, sin saber el verdadero sentido de sus aldabas, hay espinas, trancas y brújulas sin manecillas: ¿tiene sentido elegir más lodo para nuestras palabras?, ¿tiene caso echarnos más angustia en el paladar a punto de derrumbarse? Y así se engaña al país de los laureles, en ese 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, mientras el semáforo se rebusca con las huellas fanáticas y el ajetreo hace de las suyas en el vórtice del iris pavimentado; desde aquí, ya observo como emerge en cada día la mugre con sus falditas, a la espera del alambique condensador de humaredas. (Estamos llenos de dudas, nos rondan esfinges en el claustro de la confianza.) Sin embargo, cuando la alforja se descose y sale lo ecuestre a la luz, del odre surge el 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1; entonces el 0, abandona, pero la herrumbre lo delata en la pesadumbre que sus pasos dejaron en los tabancos. ¿Tiene caso llenar encuestas y dejar a los arbolitos con una herida más grande que la del firmamento? Me atormentan los números, números que a su paso dejan harapos rotos atados al cerco del vértigo, vértigo que desenfunda su hedor impreso en papeles, papeles como navajas que nos tragamos al tomar el desayuno, desayuno de digresiones que inician de nuevo el conteo, para recibir luego un 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 y el 0 nos ate al crepúsculo de los grises.   

martes, 19 de noviembre de 2013

Pregón nocturno


Traigo en mi bolsillo: un manojo de días,
un triste tragaluz y un montón de alfileres
en cada poro de mi lengua, -triste utopía-. 

Traigo, güishtes anhelados por los espejos,
caminos iridiscentes como el follaje
y una tormenta en cada ojera de mi cuaderno. 

Traigo, a lo que ustedes llaman libertad
en una yesca almidonada con mi saliva.
(Detrás de ti, la bruma de las cenizas.)
También en la alcoba del traspatio # 5:
los roquedales de las sirenas y la Luna,
balcones al vértigo, manicomios bajo cero.

Ya el cacaxtle tatúa en mis vértebras
un reloj que humedece el tizne de las arenas;
mientras vos y yo, saludamos al silencio
y él nos manda a sucumbir en la hoguera
como si fuéramos brujas al fin de cuentas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Ábregos


Sigue en la península, el cuervo tétrico
que viste al cielo con tinieblas y tempestad;
sigue como cactus en el desierto
espinando la estridencia de las sombras;
sigue ahí, como un melancólico y maniático
en la espera de su esposa abismal;
sus ojos flotan entre la médula de los árboles,
se desviste, y cada pluma cae en el eco
de los escarabajos que por ahí van. 
Miré justo a través de sus ojos ancestrales. 
Oí el chasquido de su podredumbre torrencial
y como una daga, atravesó el tierno nido
del que brotaba una densa neblina
convertida en sangre, -repetidas veces lo oí-;
agazapado, agarré un poco de ese líquido
y lo unté en mis páginas, brotó una rosa purpúrea,
cortó mi mano y el cuervo se abalanzó sobre mis dedos;
luego me dijo: ─Nunca me detendrás...

viernes, 15 de noviembre de 2013

Borrasca


Se desborda en llanto lo inevitable, aplasta crepúsculos. 
En el estero del cierzo, la sangre coagulada de los requintos; 
se arma de grietas el tabique de los ojos, procede el teatro
y los bufones hacen la danza del paradigma, tifón de nubes. 
(Esta ventisca atisba desde la cúspide, nos hace añicos.)
Después de ahora, el muelle fingirá ante los ojos del charco,
brotarán las campánulas, mientras el desahogo suscitará temores
a los náufragos que han dejado sus barcos al borde del desvarío.

Las sombras me abrasan como un oso a su presa,
sostengo mi aliento y luego estallo en esquirlas estertóreas.

Hoy, la mendiga muerte me trajo un cofre de osamentas;
mañana, entregaré esos huesos transformados en lirios.

jueves, 14 de noviembre de 2013

De los rumores, los trenes


Aquí, agazapado entre páginas perturbadas,
codornices de tizne y laberintos sin saliva;
aquí, la noche sobrevive sin rieles,
sin orgasmos, sin brújulas, ni adulaciones. 
(Los ataúdes caminan por la tabla
y las lechuzas gritan: ¡silencio!
Tirita el aliento, el sigilo se llena de escarcha,
¿se vuelve muerte sencilla la vigilia?)
Detrás del cochecito de mis quehaceres:
el cierzo golpea el punto P de mis desdenes,
la silla rechina como si tuviera algo que decirme
y las ventanas, esas se vuelven embudos de serpientes;
luego, a través de las cortinas, las mariposas sin alas,
los perros ladradores de infiernillos, quema de quimeras.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La Flor, un anillo y los despojos


Encima de la Flor, él, el follaje que se inmolaba al andar.
Un veneno atravesado en el pubis del averno
le había llegado al tabanco de sus entrañas
y de un tajo arrebató de su vista al bello crepúsculo;
ese día ya le habían quitado la vida las papalotas. 

La noche entraba embriagada, y ella, bebió tinieblas
junto a las boquitas adornadas encima del aro;
mustiamente salió como hojarasca en vendaval
y saltó al precipicio de sus propios estertores;
se le vino la bóveda encima, tiritó
y luego cayó postrada en la morada de un pájaro. 

Desde el estudio escuché un estruendo
-pregunté-, ¿quién anda ahí? ¿Acaso un arcoíris sin cielo
o una alondra que ha perdido a sus polluelos?
El silencio me musitó, me sacudió las pupilas,
los ecos golpearon mis estribos, ─¡pisé estridencia!─;
mi espejo había servido de cama de faquir
y únicamente recogí un anillo de bodas escarlata
de los despojos que la quimera le había dejado.

martes, 12 de noviembre de 2013

Manchas en el viento


I close my eyes,
only for a moment
and the moment's gone.
All my dreams,
pass before my eyes,
that curiosity
(Dust in the wind)
KANSAS

Cierro los ojos
solo por un momento
y el momento pasa.
Todos mis sueños
pasan por delante de mis ojos,
una curiosidad.
(Polvo en el viento)
KANSAS

Cierro los ojos y la borrasca tatúa con sus cuchillos,
destroza la brújula de las ramitas, intercede y asesina;
luego tras el muro, cambia de estaciones la imagen
y toma posesión de la oscuridad de los gusanos.

(Aquí transita la muerte con su vestido de porcelana.)
Nos vemos en la necesidad de partirnos en añicos
y al unísono, adornar la tumba sin nombre de los elfos. 

Ya no vemos a través del espejo, ni siquiera un poco,
estamos bajo puñados de polvo y la curiosidad nos invita
a hipnotizar los ojos del gato que murió por ella. 

Como un fierro pululante, el aliento de los emporios,
chisporrotean los pájaros y los delfines llegan a su fin;
bajo mi candelabro, la angustia del respiro, polvo en el viento.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Admonición


Los moscardones nos rondan
y una abeja bebe de mi caldo transgénico,
tiene una metamorfosis
y luego deja atrás el almíbar por la mugre.
 
Atisbo desde aquí a los cuervos, picotean los bejucos.
Veo como las flores beben de los poros del hijillo.
(Como hiel el jarabe del que nos envenenamos.)
Observo como la sangrita hace polvo los pelitos
y pone bajo péndulos de guadaña al enjambre.
 
(Las dendritas luchan por salir de los barrancos.)
Encima del plato, la voz entrecortada de los tubérculos
y el cubierto se ríe de las rebanadas de herrumbre,
como si no fuera a podrirse en este pantano de hongos;
al fin de cuentas, todo polvo se alimenta de polvaredas.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Fustigaciones


A menudo la ergástula, se vuelve digresión de heridas. 
Agazapado y fingido, el vendaje se rompe
y los fragmentos nos dirigen al sendero de las mantis. 
(Hay más de una entrada y una salida en los insectos.)

De nuevo, la pesadumbre de los oídos apolillados de los zaguanes.
Escupo en la mejilla de los días y se confrontan los péndulos,
tal si fueran fetiches sangrando por los poros del demonio. 

Las noches, ahora son de gangrenas, esquirlas del azogue.
Los estertores llenan las pampas de las calderas,
no hay tregua, salvo en el cosmos
donde la oscuridad es un lienzo sin tinieblas.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Senderos siniestros


Cae la noche como una lluvia de espadas,
los faroles encienden sus talentos
y sin tregua amputan las caderas de las sombras.

Del madrigal, sale moribundo el rabo de un conejo,
pringa el suelo con sus estertores llenos de pesadumbre
y de los árboles las carcajadas
similares al joker eyaculando tinieblas. 

En la distancia se observa como el óleo
se convierte en un castillo de péndulos
y luego bajo los despojos de su pubis:
la escarcha bifurcada de los resuellos,
el ademán de los escorpiones
y el alambique que destiló huesos por añadidura. 

(Detrás de todas estas olas abandonadas, ¡tú!)
Después de todo,
siempre convierto en sigilo la arista de las katanas
para retornar vivo de los senderos de la vigilia.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Alquimia


Quizá, ya este maldito dentro de este alambique.
Quizá, ya las campánulas en sus despojos
levantan el vuelo hacia los charcos de polvo
o hacia el bufido de los matraces de la vehemencia. 

Procedo a ver como la reacción de las tarántulas
hacen del tizne un prurito y del puñado de estiércol
una frase taciturna con sabor a esfinges coladas. 

La mesa tiembla al paso de las alas del hollín
y los insectos se embriagan bajo el tablero de la bolsa. 
Al fin de cuentas, hoy en día la báscula sólo pesa
los bronces y los acantilados que gritan sus estertores
y el viento los recibe para deshacerlos en nuestros ojos; 
esto viene a nosotros como una ráfaga de cenizas
y muerde las córneas de las páginas al ras del tacto. 
(Nos volvemos petates y embudos de augurios,
y las fauces, nos sirven de bisturí para la epilepsia.)

Después de todo, mientras nosotros anhelamos el vértigo:
la lluvia sigue cayendo en los muelles de la dermis,
las mezclas de escarcha hacen compuestos de muerte
y en los vidrios imantados,
sólo aparecen fórmulas para llamar más polillas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Aferraciones


Desde los despojos de mi habitación,
el llanto pétreo de mis gazapos. 

Dime qué abismos te envuelven ahora.
Dime si el taburete de tu estirpe
ya fluye o lo guardas en el mismo armario de tus heridas.
(Ponte en la camisa espectral de mi conciencia.)

De un tajo, tu quimera se hunde en mis páramos
y deambula por el dintel de mis pupilas.
El silencio de la noche se apodera de mis quejidos
y las ventanas golpean la luz de mis tantas lunas.

Vuelvo a ver hacia el armario, emerge ese fuego fatuo
y se apaga la vela que ilumina tus retratos en sepia.

En estos días postreros, ni siquiera tus constantes muertes
apagan la sed de las navajas,
solo encienden más los periódicos del automatismo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Encierro

Encierro de Beatriz Iracheta

¿En qué momento la esencia de las digresiones?
¿De dónde la ergástula que atisba a través de nuestros ojos?
¿A qué barrotes nos ata el pálpito de las imágenes?

Aquí, frente al espejo de toda quimera:
el oscuro bejuco de mis sarcófagos,
cristales que guardan la canica de los hurtos
y en el claroscuro, los jinetes tras la pértiga de mi saliva. 

Hay silencio bajo mi petate, puchitos de ecos,
arañas y telares de herrumbre bajo el zapatito
que de niño pude haber calzado. 

Hoy, camino en las líneas oblicuas de la tinta,
buscando o quizá en la pesca de mis propios andrajos;
amanece y el día abrasa las cortinas de mis ojos
y la reja donde me encuentro
se abre al paso de la fosforescencia del automatismo. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Días


De gangrenas y mermeladas.
(Quizá, bajo mandíbulas de lluvia.)
Cuántos los crujidos del viento
y cuántos los estertores de los que perviven. 
Llegó la hora en que las carrozas
llegan con sus caballos de huesos
y yo, amor, aquí dibujándote fantasmas
con los puchitos de sangre que me quedan.

No sé si del agujero de donde te he sacado
has tenido que soportar todo el bagazo del tiempo
o si en la caja donde guardas tus orugas,
también has guardado los quejidos de los últimos.

De lo que sí estoy seguro, es que pintas el alba
y luego la destiñes con tus brotes de fuego fatuo. 
Es una noche de día
y no me quitas la vista de encima;
ya es hora de regresarte al sarcófago de tierra
para que descanses un año más
y el próximo
te cuente cómo se encuentra el mundo en la herida.