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lunes, 31 de agosto de 2015

Mirada al ocaso


Durante el invierno descubrimos pájaros fuera de sus nidos,
están amarrados de patas y alas; en su piel se desdibuja el aliento.
─El granito coagula los gritos de un corazón cubierto por la nada.
Las manecillas del reloj son caballos sin frenos. Hay duendes en sus costillas,
hormigas que levantan su imperio en el pecho desangrado del tiempo.
En el umbral, el rumor de una carretera marchita y portadora de muerte.
A diario llenamos las botellas con la sal preñada de los crepúsculos,
luego vaciamos la elegía en los calderos aún temblorosos del poema;
a veces mentimos, mas la mentira se vuelve tan real como nuestra vida.

viernes, 28 de agosto de 2015

Ojos de pájaro sin luz


Ventana de luciérnagas,
se apaga y se apaga
tras ver el rostro de la Luna
quebrantado por la fragua. 

Ventana de luciérnagas,
existes y no existes
al recibir los pétalos
que deja caer la madrugada.

Ventana de luciérnagas,
no eres nada más que la huella
perdida en la utopía
de volver a la delicada selva.

jueves, 27 de agosto de 2015

Otrora


He sacado de mi sombrero un par de palmeras y un espejo.
Las palmeras tienen un cabello color ceniza noche
y el espejo todavía refleja los moluscos ebrios bajo esa palmera.
De mis poros he sacado cincuenta millones de bufones,
uno por cada uno de mis poros; al pisar la tierra, cada uno fue muriendo.
De mis ojos he sacado dos sirenas, una se volvió dictadora de luciérnagas
y la otra vende lonjas en la avenida no sé dónde del cierzo.
De mi espalda logré sacar una boa aplastante y verdugo,
tenía en su mejilla un hacha tatuada y en su vientre mi nombre le horrorizaba.
Llegó la noche y la palmera era un espejo forjado en el infierno,
los bufones tenían una epidemia de amarillismo,
las sirenas eran dos rameras que brotaron a la fuerza
y la boa era la caja que oprimía a todos con sus comerciales.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Pequeña ciega


Igual a ti. Los caminos, una hemorragia de sombras.
(Palabras que jamás hemos podido dejar en el tintero.)
Sobre la pared, tu nombre escrito con tinta de silencio.
Heme aquí, violento como el grito de los mares,
en medio de un charco de nenúfares oxidados por la niebla.
A través de la Luna, los despojos incluso sucios de las estrellas,
el resuello profundo de un universo panza arriba en la retina.
Dejemos de jugar a la polilla, a la libélula, juguemos a vivir,
juguemos a morir naturalmente como lo hacen las mariposas.
─¿Por qué las rocas hablan de mí y me ven con ojos de espada?
Seguramente ya eres silencio,
ya eres parte del polvo en el follaje, ya eres parte del aire.
Después te llamarás musgo, te llamarás piel, te llamarás vida.