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jueves, 30 de abril de 2015

Difunto en vida


Despertar bajo la ráfaga. Vendavales oscuros. Ceñidos horizontes.
Áridas ojeras caminan sin más camino que el del cráter de la ira.
Desmoronadas horas y fotografías hervidas en penumbra.
Quizá tenga que seguir acostumbrándome al paso lento de los grises,
mientras veo al Sol calcinado por el lanzallamas del fuego fatuo.
Duelen las tumbas bajo mi lengua, arden en frío amargo y evocativo;
usted, venga y detenga el nacimiento de mis ixcanales. Venga y tome uno.
La lejanía es una baraja en blanco, un tablero de ajedrez con piezas invisibles;
¿hacia dónde apuntan las agujas de la esperanza? Tengo que huir. ─No,
es de cobardes huir cuando el país tiene más grande el luto que su extensión.
Sé después de todo, que habrá umbrales y escaleras hacia el espejo de tu regazo.
A deshora, incluso mi sombra cava en silencio su propia fosa.
Mañana, quizá la tierra se abra y se trague hasta el más minúsculo desaire.

miércoles, 29 de abril de 2015

Sueño apócrifo

El sueño - Salvador Dalí

En los cúmulos que sudan sangre: la lágrima posesa del viento.
Atónitas las veredas ebrias de tanta pócima vertida en los himnos del absurdo.
¿Dónde han caído las piedras amalgamadas del tiempo?
¿En qué cocina podemos cocinar sin sentir el aliento a muerto de los cipreses?
─Ardua labor la de los pañuelos, así como el sudor del bisturí.
Siempre es menester el terremoto en las cloacas, la exigencia de las bandurrias.
¿En qué sitio aún forja saliva y muerte el astuto de Hefesto?
De nuevo las nubes besan el asfalto, pero no las nubes del cielo,
sino las tatuadas ventanas de un alma ahuecada a quemarropa.
La vi caminar sin pies, deslizándose como reguero de agonía hacia el ocaso.

martes, 28 de abril de 2015

Selva


Miles de arpones yacen y carcomen entre sus piernas.
Más de veinte plagas asedian sus anidados y enredados cabellos.
Ya no sabe si vive o si es tan solo una tumba erecta y vacía. 
Tiene termitas en los encajes, guarda rayitos cancerosos de Sol enfurecido.
─¿Cuántas veces has pisado mis ojos sin darte cuenta?
¿Tienes idea de cuántas lágrimas te has bebido mientras agonizo?
Las hojas cogen su tranvía, nunca regresan a mis manos por otro estertor;
lo sabe el otoño, rieles de enmohecida y redonda melancolía.
(Ya no cabalgan ni custodian los elfos nocturnos el tesoro de mis peonías.)
Quién podrá contar relatos de una selva sin sombra, quién podrá exaltarme
y respirar al mismo tiempo de mis longevos perfumes.
No necesito, ni nunca necesitaré forenses para que descubran de qué he muerto.
Basta con solo mirar hacia el cielo y abrir el arca torácica de las nubes.

lunes, 27 de abril de 2015

Teoría del desván


Siempre el invierno nos rellena de culpa las paredes.
A quemarropa, la niebla y su geografía de niña quebrantada.
¡Ah esa imagen fantasmal de tus pezones atravesados con cerbatana!
(Temprano las fotografías lloran como roca endemoniada.) Efímero el tiempo,
efímero el momento en que los buitres dibujan sus actos sombríos
y convencen al musgo para que se una a su mesa de podredumbre.
¿Cuándo dejaremos que el tempate haga lo suyo ante la inclemencia?
─Sabed de antemano, que el vértigo sois vosotros. Nunca fui asiduo al estudio,
nunca tuve una bicicleta de nubes, ni un triciclo de unicornios y vendavales;
pero tuve una infancia de barro. Todavía recuerdo las palabras del polvo,
consejos de un anciano que hoy son pirámide esculpida en mis ventanas.
¿Seguirá con vida el grillo berbiquí? ─Quizá nunca lo sepas.
Mas ten en cuenta, que mientras exista un puchito de noche, estaremos solos.

viernes, 24 de abril de 2015

Piscirila


Era una niña
que viajaba a menudo
con su cesta de musgo
y su carita de vidrio.

Por el camino
encuentra muchos amigos:
los halla bajo las piedras,
así como entre la clara niebla.

Reparte y reparte
aunque la lluvia la espante.
De pronto, se acerca un sapo
y le pide que lo lleve a todas partes.

La niña mostró miedo al principio,
al verlo tan serio e insípido;
luego recordó que su abuelito
pidió vida para ella al Dios único.

Era tan seria y dura en aquel tiempo:
sus pies estaban hechos con lienzo,
su cabello era tan áspero como polilla
y su corazón solo hablaba con baterías.

jueves, 23 de abril de 2015

Pregón a la berenjena


Voy con la lujuria pegada al estercolero de mis zapatos.
Voy como un torbellino entre las hiedras irrespirables de la niebla.
─¿Existe valija con alguna camisa de fuerza para el oprobio?
Si existe el opio en los ataúdes, que me traigan una pipa árabe
y fumaré los muertos que quieran hasta que vean gemir al silencio.
Llevo años escuchando titilar el bronce de las madrugadas.
─Seguramente estás aburrida de tanto cáncer y antropofagias.
No cabe duda, el tiempo es un nido de buitres, otra página agusanada.
Por si acaso, ahorqué con mis barbas de metano al dios Apolo
y le restregué las farsantes torrejas de una semana fatua y tan negra.
(Podrán nombrar y teñir de sangre el umbral de mis arcanos,
podrán rasgar mi aliento y amedrentar el espejismo con su plomo;
mas no podrán sentir el dolor que siente el vacío. Hiere la lluvia del abandono.)
Hiere la pipa de la verdad, hiere cuando rompe ventanas y bulimia puertas;
hiere cuando tocáis vuestra arpa de insomnio y ponéis coloridas las aldabas de la lejanía.

miércoles, 22 de abril de 2015

Vaguedades


Tan solo en sueños he visto los cuatro rostros del viento.
En cada uno hay ausencias del tamaño de un niño cantando entre ráfagas.
─Hay heridas, páramos y piedras con hieráticos vértigos,
laberintos de aproximadamente treinta mil infinitos de elevación.
(Siempre he dicho que nadie está solo en esta desconsolada tierra,
pero cada uno está solo en este destartalado mundo estertóreo.)
Quizá algún día tomemos un poco de aire en nuestras manos
y veamos cómo su miedo hacia nosotros se convierte en ceniza.
¿Cuántos espectros dibujan con sangre las líneas del Ecuador?
Infranqueable el aliento de las piedras del entrecejo. Como vos,
los andamios en donde el murmullo fabrica sus relámpagos,
aldabas que lentamente carcomen el portal de mis nahuales.
De nada ha servido todo este palabrerío de herméticos meñiques,
si al final el viento oculta sus rostros, de nosotros los muertos con vida.

martes, 21 de abril de 2015

Falsedades


Digamos que no sabemos nada de la Tierra y sus espejos de pesadilla.
─Digamos que masticamos almendras vomitadas por el crepúsculo.
(Que no sufrimos y que tampoco vivimos bajo una misma cripta.)
Digamos que no sabemos nada de los ríos que lagrimean estiércol.
Que los únicos culpables de todo este reguero de sangre son los pájaros.
─Digamos que no conocemos noches de hollín y masacre.
Que no existe el frío ni los vértigos tapados con papel periódico.
Digamos a la cigarra que no somos humanos y que la indiferencia no existe;
ya que ella no escucha ni describe la magnitud de sus lamentos.

lunes, 20 de abril de 2015

Tarde sin hora


Aquí, estoy sentado, frente a un saxofón tan viejo como el trópico.
Estoy sentado, en medio de una tumba redonda a la espera del vacío,
a la espera del crepúsculo envuelto en lágrimas y avenidas.
El viento yace furioso, golpea mi cara con hojas de muerte,
mientras aquel cuerpo sigue envuelto en sábanas de páramos y hielo.
Nunca están demás las horas del polvo, ni el trino tañido de los pájaros;
¿cómo se puede vivir en el traspatio tan irreal de una sonrisa inasible?
Repican las campanas de la sal, y en lo alto de la torre, solloza una tórtola;
parece un mal sueño esta tarde de quince horas bajo melancolía,
parece que el tiempo ha entrado en un coma tan profundo como el océano
y no da señales de volver a encender las linternas del cielo. (¿Cómo salir?)
¿Cómo salir por la puerta de atrás y escapar de esta factoría de fuego fatuo?
Sobre las olas, te alejas, sin abrazar ni decir adiós a mis lágrimas. ¡Te amo!

viernes, 17 de abril de 2015

Desilusión del marinero


A veces examino
cómo ríe la mar,
y da la casualidad
que por fuera 
sonríe muy natural.

En el fondo 
hay un mundo de vidrio,
que cada día limpio
con un pañuelo zafiro.

Mientras trabajo
en la ardua tarea,
tocan las ballenas
su mágico trombón.

Dime tú a dónde han ido,
dime a dónde las sirenas van.
¿Será que emigraron a otro mar?

No quiso contestarme nada el pez,
pues está claro... que no han de volver.

jueves, 16 de abril de 2015

Autenticidad


¿Quién protege a la voz de lo oscuro del horizonte?
¿A qué murmullos nos encadena el alba cuando oscurece?
Llevo años sin conocer el sobrevuelo de mis náuseas,
hay ferrocarriles de pan y miseria, los hay tras el follaje
y en voces que bajo cadena de sufrimiento nos observan.
Se fue marzo con lápidas en los calcañales, vendrán más elipsis,
mas el mar ya no conocerá del espasmo de las cascadas.
¿Dónde irán a caer los gritos y lágrimas con metano en el pubis?
Escucho de pronto en el hueco del infinito: la sed avara de las sábanas,
el puntapié de los líquenes en las afueras de la estridencia,
el mete y saca del falo lubricado en los fardos de la codicia.
No tengo a donde ir. Solo me resta descender a tus montes
y encontrarme con la efigie calcinada de mis arcanos.

miércoles, 15 de abril de 2015

Absurdo del emporio

Pintura de Edgar Ende

De cierto os digo, que no callarán las piedras mientras chorree la sangre.
Sucede que a veces las espinas del aliento son tan frágiles como el horizonte.
─Hiede la voz cuando parafrasea sepulcros. Cierta es la periferia de mis desdenes.
Ciertos los periódicos que a manera de herrumbre son el calostro de la iridiscencia.
(No veo porque hacer fila para pedir un poco de armonía al espantapájaros.)
No veo porque hurgar la herida de los espejos. Tampoco quiero causarle infarto
ni taquicardia al corazón del tiempo. Llueve, llueve sobre el viejo paraguas de la memoria.

martes, 14 de abril de 2015

Aldaba sin puerta


Cada día tocamos lo invisible, como si fuéramos muertos sin tumba.
De algún modo, somos polillas del tiempo, entramos sin extrañeza a la piedra
y levantamos nuestras manos al compás del péndulo muerto de tus ojos.
Siempre descaminamos los chiriviscos fúnebres del viento, luego nos toca buscarlos,
buscarlos como agujas entre aquel mundo de guijarros y ecos escarlatas.
(Siempre lo crucial se da en los astilleros del aliento.) Nos toca revivir el luto,
convencer a las gárgolas para que dejen caer los astros de sus enfermas garras;
─la lluvia no permite más lágrimas entre sus lodazales. ¿Dónde desembocarás?
¿Dónde desembocarás cuando el océano se rompa, cuando tus muñecas te mutilen?
Se nos pega el polvo como sanguijuela hambrienta de justicia, se nos pega la vida
y nosotros nos sacudimos los ojos fríos que nos llaman, que fríos nos respiran.

lunes, 13 de abril de 2015

Detrás del tatuaje

Mundo surrealista - Mike Davis

Ante tanta iniquidad, las muelas cordales de la política. 
¿A qué nos enfrentamos cuando entramos al espejo?
¿Cuántas esfinges mueren sin conocer la almádana del arco iris?
Debemos llamar o hacerle ritual al musgo. ¡Confrontemos!
Ya no hay ballestas que derriben tizne, ni tampoco olas anárquicas
y afiladas voces donde anide la flema de los vendavales.
─La errata vuelve a nosotros como una espada a su vaina,
la respuesta está en la estirpe y en sus sótanos del escarmiento.
Luego pájaros, nahuales, jaguares... se venderán como entrañas en los andenes;
ya no habrá trabajo para espantapájaros, ni para las mariquitas del tormento.
¿Cuántos infiernos más creará Dante mientras pernocta entre laureles?
Quizá nuestra saliva es la que recoge más cementerios o más intemperies;
por eso dormimos despiertos al igual que los peces y los espectros.
Pronto, será el Sol el que pernocte en la orfandad.

Tanka


De madrugada,
pájaros y su afán
de revivir
árboles del papiro;
maldicen la escritura.

Haikai


Doce de enero,
tres treinta de la tarde;
oscuro el cielo.

viernes, 10 de abril de 2015

Diálogo inesperado


Por aquí pasó una tortuga
y dijo que era gran dramaturga.

También contó sobre un teatro en las estrellas
y que tenía muchos hijos como no tenía idea.

Por cierto, vestía un traje de gitana
y en su caparazón se transportaba
a la velocidad de un pez espada.

(Al despedirse, me dijo que le visitara
y que no olvidara nuestra grata tertulia;
pues es raro que una tortuga
comparta sus arcanos con un puma.)

jueves, 9 de abril de 2015

Cacaxtle


(Cada uno carga su propia lápida hacia el vértigo.)
La luz se inunda de insomnios y estremecidas caléndulas.
Quizá huyamos de pronto a la ingle de las luciérnagas
o a los azahares que golpetean las manos o pies de la arcilla.
Hay más de una forma de masticar el suplicio o de vomitar las sombras;
yo elijo el juego cuadrado de los sombreros y la voz agrietada de los espejos.
Tal vez me parezca cómoda la saliva de las espinas, los insultos del drenaje
o la mirada pulverizada de aquel río que un día fue el galán de las muchachas.
─Pera, el tiempo nunca existió, ni las mutaciones ni el espejismo en los sueños,
ni las mordidas que te hacían sentir virgen mientras lloriqueabas lunas.
Todo se ha vuelto tan complejo como vos y tus mañanas de socaves.
¿Tendremos algún día una flor para ofrecedla a los colibríes?
Ya el caos es ofrecido como regalo en las esquinas,
y el precio de la vida, un cuaderno abierto a la esquizofrenia.

miércoles, 8 de abril de 2015

A quien interese


¿Qué hace una piedra carcajeándose en medio de una cascada de serpientes?
¿Qué hace una pared sangrando a borbotones y su sangre sabe al Mar Rojo?
¿Qué hace una flauta de bambú sin oxígeno ni tambores en sus costillas?
¿Qué hace una grúa remolcando los restos de la piel de un caracol?
¿Qué hace el silencio cuando grita y llora como laúd apuñalado por la espalda?
¿Qué hace una nube entre la ciénaga de un océano casi invisible para vos?
Dame la razón, el raciocinio de las hiedras, quiero bordar luz entre las olas que quedan
y cambiar los muertos vientos por una cálida brisa fría de colibrí y crisantemos.
Perdonad mis esfinges y efigies que sonámbulas vienen hasta mí;
perdonad mis crepúsculos a oscuras, las lanzas que perforan el respiro de tus auroras.
─He unido al fuego y al frío. Quimera de dragones, quienquiera que seas,
te ofrezco este vaivén en un blues tan fluido como el asma de los trenes.
No omito manifestar que: la saliva recogida en medio de tu borrasca,
los trozos de plegaria envueltos con papel de estrellas aún titilantes
y las lágrimas, fueron esquirlas que con rencor rodearon mi ausente soledad.

martes, 7 de abril de 2015

La farsa de la política


Entre tales retratos, otra vez, el asco. Odio hablar de semáforos
y raudales con alambiques y cocodrilos al acecho. ¡Ódienme ustedes!
Los que caminan con ciertos zapatos hechos con el sudor del moribundo,
los que comen del plato de la incertidumbre, los que se ríen del barro;
ódienme, siempre y cuando vomiten en el pórtico antes de mencionarme,
siempre y cuando dejen sus joyas y sus ficciones en mi alfombra de polvo.
Tengo veintiséis años de zozobra y malos hábitos, he bebido luciérnagas
y he tenido sexo sobre el musgo que cuelga del pubis de la Luna.
A ustedes no les importa, no les importa el llanto de los horcones,
ni los bejucos que rodean el estómago ulceroso del charco a la deriva.
Aquel día: vosotros germinaréis como una llaga en la joroba del dromedario
y tendréis que buscar al país entre el pus de vuestros andrajos.

lunes, 6 de abril de 2015

Inexistencia


Busco al invierno entre el desierto de sangre.
Busco a las cigarras entre el grito de una piedra.
Busco aquellos pájaros que escribían madrugadas de nácar,
a la pasión que hipnotizó montañas e hizo aullar a los ríos.
Siempre hay rituales y teñidas nubes embarazadas por la podredumbre.
Siempre se tornan grises las alas del cierzo, los rumores del empacho.
Todavía hay sonambulismo en los poros de las manzanas,
hay rieles en donde los transeúntes son solo espectros e inmoladas sombras.
─Esta orfandad que apretuja el estómago es del tamaño del vacío,
es como un laberinto sin salida y sin confines, una tromba de zarzales.
(Vos no sabes si existís o dormís con las osamentas del tiempo en tu almohada.)
Cómo sublimar el hastío de las ventanas, el hilo que hilvana las espinas de la deshora.
Aún no logro desdibujar la hermética saliva de tu vientre, pronto... me verás entrar.

viernes, 3 de abril de 2015

Abandonada

Se llamaba Rocío,
la niña que vi afuera,
la niña que vi afuera.

Su voz se entrecortaba,
su voz se entrecortaba,
como la voz de una cigarra.

Qué dirás mi niña
cuando hablan tus lágrimas;
qué dirán mi niña
cuando llega alborada.

Parece que no sientes frío,
parece que no siente frío;
dime niña:
¿Quién renunció a tu brillo?

Se llamaba Rocío,
la niña que vi afuera;
tenía el cabello muy largo,
pero su voz se fue en un barco.

jueves, 2 de abril de 2015

Reclamos al trono


(Baldíos los sueños. Las pesadillas escalpelan.)
Rumores y llagas en las baldosas llorosas de mi bandera.
Quizá un día retengamos el cabalgue de los caracoles
o respiremos como hipocampo entre las bandurrias.
Llevo a tanto lamento en brazos, tengo cráteres en los ojos
y todavía arrastro el yugo que equidistante al vacío me socava.
Ya tengo un espacio en la memoria, uno para ti y tus metales;
mas el mar sube y sube como marea entre las arterias de la geometría.
¡Dime! Dime qué hago en medio de flores malignas y cercos naranjas. 
─¡Dime tú lo que no sé! De seguro haré menguar el suplicio
y no tendrás que morir de nuevo como otro fruto de la nada.

miércoles, 1 de abril de 2015

Lluvia inédita


Es muy difícil dibujar y ver sufrir a los espectros.
Corre el 2015 con traumatismos en las axilas
y réquiems de heridas y guitarras a la deriva.
Pido al Faro vértigos sin lágrimas, madrugadas a color
y que el gallo cante alabanzas de arco iris y jazmín.
(¿Qué tenemos aquí?)
Una cuerda con garganta, una acequia donde cruza la mar,
una ventana donde el cabello es relámpago y corbatas no hay.
─Aquí, hay navíos con proas de lujuria, hospitales de anhelo,
antiguallas y decrépitas deshoras envueltas en papel marea.
¿A dónde madrugaremos cuando la madrugada sea herrumbre?
¿Hacia dónde nos iremos cuando la ausencia se torne insondable?
De nuevo la lluvia se ha llevado mis elocuencias al vacío
y ha terminado por anticipar el llanto de mis lodazales.