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lunes, 31 de marzo de 2014

Rueca


A veces uno hila estertores con la garganta del ixcanal; 
se detiene el tiempo, las páginas tiritan ante la faena;
ahí, nos vemos en la necesidad de ponerle fibras textiles al laberinto;
mientras en el esclarecer, las libélulas le huyen a la orfandad,
le tiran pedradas a cupido, tal si fueran cavernícolas bajo una tormenta;
¡ay de mí y de las incertidumbres!, a menudo se implantan en mis zapatos,
como la carroña de los burdeles del semáforo. Ya elegimos,
ahora nos toca socar el agujero de los bolsillos con nudo ciego
o quizá con un nudo que ni siquiera los mimos conocen;
(estoy enojado conmigo mismo, estoy enojado por no enojarme,
por haber dejado ir el enojo en una bocanada de humo,
por no haber amarrado a la pata de la cama esa rabia.)
Tal vez te parezca absurdo amor, pero pienso en ti, en tus meandros,
cuando una gaviota sale disparada con sus payasitos en el estómago
y con una bola de estambre en las pupilas, para no ser atendida.

viernes, 28 de marzo de 2014

La farsa de Tánatos


¿Cuántas libélulas morderán el navío de nuestra existencia?
Mientras camino, mis zapatos beben de la herrumbre,
mi respiro se vuelve una estocada en mi garganta;
cada segundo, es un destrudo sin frenos, una mancha,
una botija sufriendo vértigos por el etanol de la injusticia;
ya mis ojos se desvanecen como el reflejo del Sol en el rocío,
mis pulmones adolecen el tizne que se arrastra en el entorno;
y mis manos, aturdidas de ver tanta sangre, agonizan al ras del esperma.
(Traigo pegada al cuerpo toda hojarasca y mil legiones de estertores.)
Tras de ti, los diablitos bailan en los burdeles de la bruma,
se emborrachan con el bagazo y la saliva del arcoíris,
ocultan el suplicio tras el lavatorio de sus postrimerías:
luego, como si nada la esfinge llega, hace una pregunta 
y la gárgola le responde con voz mustia: ¿esto es la muerte sin violencia?

jueves, 27 de marzo de 2014

Por encima de todo

Fotografía de Hans Bellmer

¿Qué arcanos nos guarda el meandro de las magnolias?
¿Qué atavíos hay en el bagaje del tiempo?
En el hospedaje de las almendras: la historia feliz frente al espejo,
manojos de azogue, erosión surrealista de los ermitaños;
llega la hora en que la lluvia guarnece las fisuras,
Hans Bellmer se lo imaginaba y dejó en sus fotografías ese laberinto;
(todo se vuelve decrépito como el relámpago en el viento;
me lo dijeron las piedritas que afiladas tiritan al ras del pubis.)
Esas marejadas de fuego que nos fatiga al andar,
esas mariposas con sus cantaritos de impaciencia,
esos sudarios que en el lavatorio se transforman,
esos pezones con fachada de arcoíris en el pecho;
todo al final, es una respuesta aceptable para la esfinge.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Entre dos mundos


A través de las sombras, tú y los puchitos de calcio bajo mi aldaba.
Hay arañazos en el viento, moretones dibujados en las nubes;
pero bajo el follaje: las calacas ríen con sus dientes en la mano;
el silencio exaspera, protagoniza el rumor de la herrumbre,
mientras del granito, las lágrimas se desploman por los bejucos
hasta llegar al mausoleo de la saliva hermética del insomnio.
(Ni siquiera la lluvia puede borrar tal ceniza en la garganta.)
A veces nos da por ponerle una brújula a los zapatos,
pero siempre nos apunta hacia el sur de las miradas descompuestas;
comienzo a creer que el tufo de los escarabajos no es algo simple,
sino la estampilla del hijillo, cacaxtle del vértigo en puntillas.
Por eso aquí y ahora, el tragaluz en el cuaderno del rostro,
en donde aún existe un mundo sin tapujos y semáforos inservibles.

martes, 25 de marzo de 2014

Bagaje


(A veces, uno tiene que imitar a los fantasmas.)
Nadar en el hijillo de los pormenores, es asfixiar las sandalias
y por si fuera poco, vomitar en cada huella de la muerte.
Me he detenido a escuchar el lamento de las estacas, 
a escuchar el soborno del vértigo bajo los periódicos;
es temprano, y el tizne comienza a burlarse de los laberintos,
toma de bufón el espectáculo de los glóbulos rojos;
es todo un teatro la muerte en el follaje, una linterna,
un tabanco a plena luz de las sombras, fustiga,
hasta convertirnos en una puerta sin aldaba alguna.
Después de todo, tras tus pechos, los gritos del taburete.

lunes, 24 de marzo de 2014

Presa


Esta noche: quiero ser la mantra de tus labios,
ser el que te respire, el que conquiste la alfombra de tus vellos;
y con cada pálpito, tocar la nota de mi arpa al son de tus pestañas.
¡Sigue sonriendo!, ¡así me gusta!, pide de mi vino interno;
ya es la hora, sacude al tiempo, desvanece mi ego, 
transfórmame en el gatito que nunca fui de niño. 
(Es temprano, sigue jugando con tus cuadernos de recreo.)
Escúchame, te dibujaré un arcoíris en el trasfondo de tus senos.
No lo pienses más, sigue sonriendo mientras dibujo en tu cuerpo,
y al ras del suelo, revolcarme con deseo, lujuria y atrevimiento;
¡perdona mi corta edad!, ¡perdona mi cementerio!,
también el fuego que carcome cada poro de mis venas.
Tan solo me detuve en tu boca y ya me siento como un esclavo;
no puedo contener la brújula que se me ha vuelto loca,
ni a mi corazón, que está a punto de convertirse en lava.
Castígame con el látigo si quieres, pero ábreme las puertas de tu templo
y prometo que... solo miraré desde afuera. ¡Seré tu víctima más sublime!

viernes, 21 de marzo de 2014

Anti-elegía


Verte bajo el regazo de una tumba, me causa náuseas;
comienzo a sentir el despellejante eco de tus aullidos,
son ecos de culpa, racimos de sangre bebida por los árboles;
ver como tus ojos eran devorados por los cuervos,
era observar las mil formas del miedo; nadie te vio partir,
salvo los escarabajos y las libélulas del demonio, 
salvo los cardos azules con su impávida garganta
y la cruz boquiabierta de los cactus en verano.
(Verme y sin embargo verme, no era suficiente.)
Lo único que queda por decirte: es que poseo a tu gato
en una botella de vidrio ─por cierto─ su corazón ya no aletea;
estoy sentado en tu silla, bebiendo de tus frutas oscuras,
odiándome trago tras trago, escupiéndole a las páginas,
degollando el diafragma del viento, agazapado en mi habitación.
Sin embargo, sé que te encontraré tras aquel portal espectral,
hundido en el laberinto por el cual perdiste a Leonor.
Entonces él se atrevió a susurrarme: "¡Solo eso y nada más!".

jueves, 20 de marzo de 2014

Plato de sombras


He entrado en el gas tóxico del infinito.
Ahí, la lluvia pálida con sus puchitos de cactus,
pedradas de guacalchías a espalda de los claveles.
A expensas de los girasoles: la transpiración de los bejucos,
guadaña entrecortada de los eructos en la saliva incinerada.
Así como dice Cruchaga: darle a lo mismo, es rayar el disco.
(Sin duda, escuchamos y observamos el fanatismo de las tarántulas,
inclinadas hacia el fetiche del arcoíris o a los astilleros del pasatiempo.)
A raíz del crepúsculo, entran en trance los hospitales del tocadiscos,
escupen hacia el cielo, caminan tras la huella del abominable hombre de las nieves. 
Todos los días ─nosotros─ libramos la batalla contra las estridencias,
disonancias con voz de cloaca y cuerpo traído de la prehistoria.
Después de todo, espejito, espejito, no te inclines hacia el rencor,
ni hacia los motelitos de los faraones; deja que la longevidad te desnude
y abra tus poros hacia una canción de alelíes, baño diario del poeta.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Edad de la Destrucción


A menudo, los huertos de la metamorfosis,
racimos de retortijones, lágrimas estertóreas;
frente a mis pasos, el esperma de los gorgojos,
manchas de vida en el pubis de la sociedad;
he vivido entre los féretros de la conjuntivitis,
entre las piernas de las polillas, sin tener posibilidades,
ni retorno al verde claro de las orugas.
(Entre la mar, el mausoleo negro de los tentáculos.)
Hay tantos laberintos en las ramitas secas del espantapájaros,
hay tantos, que ni siquiera el más vivo encuentra la salida;
la hora llega tarde o temprano, 
mas nuestro deseo nos juega con cartas bajo la manga;
─ahí, con pericia, flor de loto negra,
frente al falo del próximo espectro, utopía de mil caminos.

martes, 18 de marzo de 2014

Gaia


Su cabello se torna enredaderas en mi automatismo.
Su corazón, el cáncer de un tambor, campana sin eco.
Sus ojos verdes, ríos desparramados, llenos de tiliches viejos,
estatuas sin habla, palmeras con brotes de dengue.
La Luna en silencio también llora, frente a un Sol
que inconscientemente calcina lo delicado en ella;
¡ah triste Gea! Regurgitas cada güishte de libélula,
cada linterna de ceniza que ulula al ras del esperma,
cada roca por donde los esqueletos ruedan;
ahí, las mariposas caminan en laberintos de murciélagos.
(El silencio ensordece la voz de mis flores.)
Mientras los colibríes caen al río,
-lentamente-
también muero de sequía bajo el páramo de tu llovizna.

lunes, 17 de marzo de 2014

Nota al pordiosero


Ayer, te vi envuelto con sábanas de esfinge,
tumbado, a la par del portón de un oratorio;
adentro se celebraba, no sé qué se celebraba,
sin embargo, se escuchaban liras sin saliva,
acordeones malogrados, palmas al borde del aullido;
(yo, desierto, con la cara de retrete
y la intemperie atada en el cinturón de mis moscardones.)
Este instante, ese instante de polillas, se graba en la memoria, 
memoria decrépita tras los papeles; remolino de lágrimas frías.
Hoy descubrí que no hay jardines en los andenes,
sino tarántulas indiferentes en el hospicio de su arcoíris;
frente a mí, pañuelos hipócritas, ─¡Dios te bendiga hermano,
que las moscas te acompañen y la podredumbre te alimente!

viernes, 14 de marzo de 2014

Himen


Tras la espesura de la bruma:
vos y tus cerrojos de porcelana;
éste es el momento en que los cuervos
afilan las garras en las rocas del estereotipo; 
─salta a la luz la inocencia de las begonias
y en su interior, la pulcritud de las almendras.
(A trasluz, el hilo de encaje que recubre sus quimeras.)
Desde hace tiempo, los laberintos provienen de las campánulas,
la hiedra se ve acorralada, sufre contra el abrevadero.
Después de todo, el cerco no se cruza hasta que esté listo el portillo.

jueves, 13 de marzo de 2014

Sangresencia


He visto ramas mutando osamentas.
He oído la desgarradora nota de un blues sin carne. 
(A través de los árboles, la mirada fúnebre del cierzo.)
Quizá me convertí en héroe al internarme en la niebla,
quizá solo fui un gatito ronroneándole a los espejos,
quizá mi temor se convirtió en un lápiz sin cresta;
aquí, ahora, vos y los andenes desfigurados,
¡ay, amor! ¿Por qué me besas sino tienes labios?
Te dejo, sin embargo, me uniré al polvo de tus peldaños
y la gente se preguntará: ¿qué fue de aquel loco
que hablaba con la Luna cuando ni siquiera estaba?
Y yo responderé desde mi ergástula: ¡me fui con ella,
desperté con ella, hice el amor con ella y tuve muchos hijos con ella!
Después de todo, en lo inmutable: la sed de vida de los cardos.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Adventicio


A menudo la ventisca nos deja un malestar en el papel. 
Suele ser como dos gotas de sulfuro: 
una quemando las pupilas con su azufre
y la otra carcomiendo el olfato con su podredumbre. 
(A veces llega, a veces nos estremece, sacude nuestras cortinas
y luego queda su eco en nuestras travesías.)
Desde luego, la fluorescencia de sus tantos retratos,
nos lleva a tomar la decisión de caer de nuevo en la vigilia;
atónitos estamos, ante inclemencias llenas de intemperies. 
─De un puntapié nos conserva abiertas las pestañas,
nos da de beber de su viñedo adusto y mal herido. 
Nos tornamos disidentes ante la indiferencia;
es cierto, leemos noticias, pero noticias que trae el viento.
(Ante tanta tormenta, nos ha dado por guardar en los bolsillos,
los relámpagos que moribundos nos dieron su último gemido.)
En esta noche, la erosión del cierzo: en una taza de jazmín.

martes, 11 de marzo de 2014

Antropofagia


A menudo las secuoyas se alimentan de carne.
Las abejas se han convertido en una especie de vampiros;
todo es posible, hasta Goya esparció sangre en sus pinturas. 
(El Romanticismo hoy en día, decae después del crepúsculo.)
Se les han desarrollado glóbulos rojos a los lirios,
mis barbas se ensangrientan 
al probar cada rábano que me fue entregado por un niño;
─¡yo devoro a mis hijos,
pues el hambre es más poderosa que la estirpe!
Cada período nos vemos en el deber de cambiarte:
nos manchamos los dedos, luego como Pilatos
nos lavamos las manos y encasquetamos a otro sanguinario.
Es difícil beberse al Sol en una copa sin que éste incinere,
como los mil juramentos que se arrastran a través del retrato.

lunes, 10 de marzo de 2014

Hace un instante...


Un perico me acechaba desde su morada. 
Yo le veía, mientras de sus ojos, raudales de tempestad. 
(Ya los niños no me enredan con hilos, ni con piscuchas,
hoy me asustan con sus pistolas, hondillas y demás palabras.)
No está demás, hablar de los árboles al borde del vértigo,
hablar de las ramitas que duermen a la intemperie,
duermen, como si no tuvieran un relámpago por vivir;
a través de tus pupilas: la Luna apolillada de las horas,
las nubes pasan, el viento se paraliza, espejo inmutable.
(En el palo de Jiote, las semillas al borde de la herrumbre.)
Todo está ahí, mas todos hablan de manchas y cruces,
símbolos y colores, navajas y sexo, guitarra desafinada.
Naciste al fin de cuentas, para pasar desapercibido,
perder tus alas y morir en el hombro de un árbol con canas.

viernes, 7 de marzo de 2014

¡Por violar a mi hija!


Ahora te entrego mi justicia en un puñado de cuervos,
cuervos afilados, afilados con las lágrimas de mi Celina,
Celina que no tuvo tapujos para decirme la causa de su morir.
─¿¡Morir!?
Tal vez no sepas el significado de esta maldita palabra,
pero mi hija, incluso menciona tu nombre
y no es un nombre normal, ella grita: ¡Aléjate de mí demonio!
¿Quién dice que los muertos no hablan?
Hoy platiqué con ella y fue como estar platicando
y a la vez muriendo junto al pálpito de sus quejidos.
No es el filo del machete, no es la herrumbre,
es la mano de Dios haciendo un fantasma de ti. 
(Esta noche, dejo una nota y de testigo a la Luna,
para que los zopes no se lleven la evidencia
sin tener la certeza
de que tú fuiste el que le arrebató el himen a mi chiquilla.)
Al fin de cuentas, los güishtes no se inventaron para tragarse,
sino para hacerle fisuras al laberinto de la injusticia.

jueves, 6 de marzo de 2014

Ilusión fatídica


Desde la nada, la niebla acoge soledades.
¡Oh Lucía cuánto sonreías! Desde mi asiento veo
como tu sonrisa se desvanece al verlo;
eres una oración suicida, una congoja que aviva el fuego;
entre mi tinta te asfixias con tus propias fustigaciones.

Tus ojos caminan de pronto hacia lado izquierdo del asiento,
¿te acuerdas de aquel arcoíris que te prometió el cielo?
Ahora él te entrega el infierno en una mirada; bogas y naufragas,
no floreces, mientras tu proa queda para otro astillero. 
(La ira musita calma, la venganza se torna lejana.)
Ahora tras aquella neblina: tú y el gato negro de tus lamentos,
ya nada tiene valor para ti, salvo los guijarros y el silencio.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Nido de cigüeñales


Ciego está el crepúsculo,
ciego tras la montaña,
ciego como las luciérnagas,
ante las lagrimácidas del cielo.

Aquí chisporrotea la angustia, agarran fuego los ixcanales.
Aquí existían las garzas, ahora solo existe la muerte.
Frente a mí, tras una reja, lloran los restos de un paquidermo,
agita sus alas pero no vuela, extiende su pata y no le alcanzo;
todo es una quimera vestida de herrumbre, una taza de cafeína
y un pedazo de pan con sabor a moho, salta a la vista la mugre:
vos y yo, en un nido de gatos apesadumbrados, alforja de espinas. 
(A Gengis Kan le daría vergüenza conquistar estas tierras.)
Ya me veo de la mano con el precipicio, atado al tormento de Gea;
es posible derrotar a Hefesto con una flecha de barro,
es posible lograr una comunión con las flores de loto,
llevando con nosotros la austeridad del gato persa;
para entregar al final, nuestros ojos a los niños de la alborada.

martes, 4 de marzo de 2014

Saudade


Subí a un esqueleto metálico, 
ahí me tocó traducir el idioma de la herrumbre;
¿es así como se transporta un tordo? ─me dije─,
¿tordo purpúreo con una vasija en sus alas,
alas de cobre o tal vez de barro?
Al llegar al destino: mis zapatos se enredaron con telarañas,
mis ojos se autoflagelaron al atisbar a tanta grosella,
me otorgaron un conflicto ambidiestro.
Todo se tornó sombrío, las nubes se habían bebido al Sol;
mientras vosotros, reflejabais en la intemperie:
toda mirada desvanecida del cuervo,
cuervo minimalista, que ahora surca su propio encéfalo.
(Después de todo, ¿de qué sirve ver caminar a tanto cadáver,
donde todos hablan, pero ninguno dice nada?)
Por fortuna, hoy colgué mis entrañas en un árbol,
para conversar con la arborescencia de sus estertores.

lunes, 3 de marzo de 2014

Ángel de sangre (Ritual)


Todo está preparado. 
Las ninfas danzan alrededor de mis constantes ataúdes. 
Ellas beben en una copa el espejo de sus heridas. 
Lilith las observa desde el tragaluz del umbral. 
Un loco arregla la cama donde escribe su esquizofrenia.
Estas lenguas me llaman hasta el balcón de su himen. 

La bruja me lanza su primer conjuro,
prepara la tortura junto a una bandeja de clavos. 

La noche amputa las piernas de las flores. 
Ya no hay nada más que decir. 
(¡Silencio!
El silencio de la vacuna succiona mi agonía,
la pestilencia toma mi pulso,
me ha hecho caer en coma
y las ninfas muerden a lo largo de mi cuello.

(Al fin de cuentas, me salieron espinas de los dientes
y en el habla, un breñal de corales.)

Vuelve la pestilencia y su escalpelo, 
toma la decisión de bifurcarme el cerebro
para donárselo a los cuervos;
a lo lejos, escucho el sollozo de mi muñeca,
llora porque no luché y morí en su pantano;
ahora el arcano le musita al oído,
fotografía cada raudal que ulula en sus ojos. 

La Luna siente clemencia de mi desdicha,
me extiende su mano a través de la ventana:
quiere liberarme de las garras de la podredumbre.

Han cortado todos mis signos vitales,
siento como por dentro corre sangre que no es mía;
es la sangre de una muñeca que toma vida
y al ras de su prostitución, nuestras fauces apolilladas.

(En esta trágica historia ─nos toca morir a nosotros─
y nuestro sarcófago, guijarros y símbolos.)
Al final solo nos queda:
colocarnos un cuchillo en nuestros laberintos
y luego perdernos en torno a su luminiscencia.