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viernes, 30 de octubre de 2015

Convencimiento


Atrévete a escuchar el corazón de la madriguera.
Niño, pon tu oído al ras del pasto: ¡Bum, bum! ¡Bum, bum!
─¿Escuchas?
No, no es ningún ruido de guerra.
Es el pálpito de la montaña al tocar el Sol.
Solo escucha cómo habla su corazón
y percibe las voces arrulladas en su interior.
Ahora ve y dile a todo el mundo:
que no hay nada que no tenga una VOZ.

jueves, 29 de octubre de 2015

¡No quiero más caos!


Solté la cuerda, mi cuerpo ya no está atado al navío ancestral de ella.
¿Acaso mencioné cuando fui de papel y llegué hasta el balcón de su mejilla?
Ahí, pululé como si nada hasta pertenecerle por completo.
Doy gracias porque su luz ahora corre por mis venas, floto como ella,
mas ya no puedo alcanzar el arrecife perpendicular de su columna. Dime cómo llegar,
cómo llegar otra vez sin dañar ni un fragmento de tus poros luminiscentes.
Quiero llegar así como llegó aquella ave mitológica de plumas de fuego
y no manchó ni un centímetro de tu tenue piel universo. Escúchame. Dime algo.
Ten piedad. No me muestres otra vez tu lado oscuro, no quiero más caos;
perfectamente sé que odias todo cuanto se mueve con falta de raciocinio.
Ya somos dos, la misantropía corre entre los líquidos verdes de mi reflejo.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Molino distante


Mis palabras se agotan al compás del fuego marino;
anido en tus ojos, como aquella cigüeña del cigüeñal,
a la que nunca he podido negar porque es universo
y que nadie, nunca nadie, conocerá al cruzarse de brazos.
Siempre termino por darle vuelta al molino de viento,
no con el aliento, ni con los brazos, sino con la mitad del alma que me queda.
Siembro palabras porque no sé sembrar ningún otro astro,
recojo cada estrella fugaz caída sobre la médula del epitafio
y enchufo su luz al crepúsculo que anhela volver a vestirse de barniz y rocío.
─¿Con qué le pagaremos al arrecife que mide más de un trillón de vértigos?
Temo no tener relojes para contar los segundos de las fábulas solitarias.
Temo no tener calculadora para hacer la suma de tanto brote de espuma.
Temo ser un personaje despojado de su espada y echado al laberinto,
donde cada despojo mira hacia la pared y termina sin olfato y sin corcel.

martes, 27 de octubre de 2015

Atormentador


Todo parece apuntar al punto cardinal roto de los violines.
Me lo contaron ayer, pulpos que en sus ventosas tenían pequeños navíos,
parecían estíos y llantos empalmados con arena de estrellas.
Por cada gota que retira su transparencia y disloca su curso,
la niebla destruye o se aferra a mi espíritu, aún violento,
aún delimitado por una franja aterciopelada de vértigo.
─Quizá la meta era ocultar la sangre tras las baldosas
o encubrir cualquier yarda de hiedra entre las sábanas.
No sé qué hago aquí, mientras la lluvia se lleva todo cuánto conozco;
únicamente tengo para ofrecerte este momento tan patético.
(Antes que la lejanía parta hacia el norte o sur, hacia el oriente o poniente:
quiero respirar las hojas que obstruyen el paso de la sangre,
morder hasta llegar por vez primera a la torva nada
y alimentarme del miedo por el cual no quieres volver a besarme.)