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jueves, 31 de agosto de 2017

¡Oh saudade!


La vida, mar disuelto en el precipicio de las sombras.
(¿En qué nivel de saudade se encuentra el oráculo?)
─El estertor nos vuelve pilas de nostalgia.
Y la lluvia ya no tiene alas ni conoce de cisnes.
En la penunmbra, relojes y tabancos sueñan con poder salir,
salir del crepúsculo que azota y azota con vértigos de borrasca.
Sueño, sueñan las campánulas con el mismo sitio del monólogo,
con el mismo infierno que alza su espada para cortar el aliento,
con la misma isla donde naufraga el carácter de Elena
o con el mismo plato, ahí donde cuervos y ojos nos hablan en silencio.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Maniquí


(Aunque mi destino sea hablar con telarañas y esfinges,
aunque despierte entre zarza o astillas de tinieblas.)
El vértigo se traga con pequeños fragmentos de escarcha;
una y otra vez, el atardecer me acaricia como tus besos lo hicieron a flor de piel.
¿Cómo olvidar vuestro rostro y dejar que se sublime junto al mar?
─¡El faro se enciende para decir adiós! Iza la bandera,
haz brillar el último soplo insurrecto de tu aliento.

martes, 29 de agosto de 2017

Violines y lágrimas


¿Quién podrá asir el beso de la rosa negra?
¿A qué rumor se acerca la vida al chocar contra el mal?
Hay pájaros sonámbulos en las pestañas de los ixcanales.
Un día de estos los burdeles estarán llenos de violines y lágrimas fruncidas;
la odisea comienza al escuchar el viento llorar como alguien que agoniza.
¡Cuánto odio recorre las plumas de las guacalchías!
Nadie está seguro en su sótano. Una vez cabalgué como Don Quijote,
peleé contra molinos de viento y rescaté a Dulcinea del resuello que la acechaba.
Solo puedo encumbrar mi dolor para alcanzar la herida de un cielo sin cielo,
solo puedo llamarte a ti y arrancar un poco de luz para mis digresiones.

Paisaje roto


Y en el sinfín de la hojarasca:
lágrimas repican en el cielo falso de la vida,
¿en qué época del año llueve esperanza?
Tal vez me obligue a beber de la voz a cielorraso de las luciérnagas;
tal vez escuche el grito letal de la borrasca, tal vez te bese
y me lleve en los labios toda oscuridad para apresarla en mi sótano.
He tenido que dirigir mi rostro hacia el paisaje roto de los relojes.
Hoy más que nunca, es necesario revivir las estrellas que una vez nos revivieron.