La mayoría de imágenes publicadas en este blog, son tomadas de la red o internet, si alguno cree que le violo sus derechos de autor, avisarme por comentario y la eliminaré inmediatamente...

lunes, 30 de septiembre de 2013

Paraguas


Estamos bajo la bóveda
haciendo de los puchitos de muerte
una ocasión de pulpas y enlaces
que al son de vaivenes,
árboles se unen a nuestros cierzos.
Como una tromba marina
el culmen hace su geometría
y el odre casi está preparado
para guardar el vino del vórtice. 
Mientras tanto,
bajo este techo de estertores
y resuellos que pululan al ras de la dermis: 
la llama azul de nuestros espíritus,
vapor que emerge de los poros
como baño sauna en pleno frío. 
Nos adentramos ahora en la niebla 
para desembocar en el crepúsculo 
y encontrar en nuestros ojos
-los diluvios-
que acompañan el toque fúnebre
del éxtasis que predijo la noche.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Ósmosis


La muerte vuelve al espejo
y emerge como géiser de repente.

Tiritan las fauces de la angustia,
mientras los olmos juegan a ser cuervos.
El recuadro hace la prueba del vampiro
y termina por germinar un calabozo
que en breve será pétreos despojos.

Es una distracción de paisajes y hecatombes,
una cosmovisión de odres y mercurio
mezclados con hijillo de hojarasca.

¿Escuchas como la Madre te observa?
¿Observas como la Madre te escucha?
¡Madre!, sí, la madre de los elfos:
esa que deambula en las copas de los árboles,
esa que envuelve con rocío la alborada,
esa que sirve de sábana al pasto etéreo
y que funge día y noche sin percibir el aliento.

Me embarqué en un viaje de utopías, la Madre era un torrente de lágrimas, tal si fuera un cipote deseando sus pezones con presentimiento; al fin de tanto caminar, me di cuenta de que no avanzaba solo y tropecé con un guijarro escarlata; luego como piedra circular rodé hasta un precipicio, donde el espíritu de la Madre estaba engrilletado a los brazos de la muerte; ella me había estado siguiendo como guijarro y al tropezar, yo le había asesinado.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Metafísica


¿A qué murciélago nos atan los velorios? ¿A qué universos?
Aquí, mientras leo un poema de aquellos que hieden a hijillo:
la estridencia de los bronces que muerde al viento,
el hollín que se filtra por el tragaluz e irrumpe en los poros. 
Es una noche quejumbrosa y despiadada, los hados caen
y los velámenes juegan a los collares de frío, tiritan ataúdes.
De pronto cae una lluvia de vértigos, lágrimas ardientes
que como ácido carcomen el pómulo de las veladoras.
En el traspatio donde el humus sostiene la mesa: 
el póker se muestra con pericia
y juega con los espectros que se han colado;
la aurora ha marcado las 4
y la muerte busca otro banquete de lágrimas;
al fin de cuentas, caminamos y nos damos cuenta
de que nos dirigimos hacia una tribulación inevitable.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Equivocación


Aún recuerdo el triángulo cerrado de las esquinas. 
Confirmo que ayer vi como durante el ocaso
los jeroglíficos eran atravesados por la sierpe.
El astro se escondía tras el muro.
Las estrellas se reían frente al espejo que habla
y otras fingían no importarles lo acontecido. 

Las madres teñían con añil sus mejillas:
lamentos, 
remordimientos, 
angustias...
eran palabras que germinaban sinsabores.

Bajo todo este enmarañado contexto: 
la risa sarcástica de los yelmos,
las risas adoquinadas de los andenes,
espectros que mutan y huelen a muerte. 

De pronto sube al bus el pergamino
y dice con pericia: 
ayer en un festejo murió la muerte
y causó heridas en el lagrimal de un pueblo.

martes, 24 de septiembre de 2013

Reminiscencia


¿Será que no sabemos dónde dejamos la infancia de los días? ¿Será que el columpio aún persiste en la intemperie de los bosques chiquitos? A menudo bajo la hojarasca, la llama azul de la esperanza. (Quizá el precipicio llama años viejos o la linterna nos apaga el Sol del recuerdo.) Todo es relativo, la brújula nos dirige hacia los puntos cardinales de la locura, hasta que nuestros hemisferios se vuelven ermitaños como los vestigios de los calendarios. ¡Hay enredaderas!, sí, enredaderas que aprietan el cinturón de las sombras, sombras que nos flagelan el ocaso de los ojos; mientras tanto, el paladar se divierte a borbotones y mañana sufre de asfixias y vértigos. Tal vez he olvidado la pericia del taburete que me acompaña; sin embargo, en cada cáscara: el traspié que nos ata al cobre, la esfinge que nos impone el acertijo sin respuesta, la gárgola que nos enseña a meditar heridas, la savia que nos convierte en un costal de respiros hambrientos; mientras el crepúsculo, se lleva al océano una parte más de nosotros.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Hemisferios


A menudo en la penumbra
la misma historia sin conclusión,
aquella que comienza aquí
y nunca termina allá.

Por razones de cuervos
y esfinges pétreas,
el oscuro bejuco de mis pensamientos;
vierto un poco de esperanza en esas espinas
que brotan de las pupilas del cactus de hoy. 

He muerto desde el primer día en que nací. 
Mientras las nubes plomizas sospechaban,
abrazaba el glúteo de los rayos de la filosofía
y de las aristas de mis años, quizá aún distantes. 

Ahora como los eclipses de las raíces del otoño
-observo-
incluso cuando el iris se torna un crepúsculo negro.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Añicos


Me he bebido de un sorbo el trajín de mis violines. 
¿A qué vértigos nos amarra el odre? ¿A cuáles?
Si no hay nada más que güishtes en los andenes. 
-Sólo pedazos de estaciones sin tren, sin juventud-
Quizá aún no hemos aprendido a vivir de las mordidas,
pero tenemos la certeza de que nuestros colmillos
ahorcan las calacas que atraviesan nuestros labios.
No sé de cuánto estiércol están hechas las nubes
ni de cuánto espejismo están hechas las ovaciones;
solo sé, que en medio de tanta aldaba sin puerta:
el espejo que utópicamente nos muestra lo inevitable,
el páramo que ondea en los párpados del caído,
el auge de la angustia que penetra la dermis,
frío que corroe las venas a mansalva.
Al fin de cuentas, el infortunio nos acecha a cada instante
y la muerte nos invita a tomar una taza muerte.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Calendario


En este petate, quizá incluso de mármol o de alambique:
la oscura liana de los días, ¿acaso hay tumbas en nuestros ojos?
(Solo la falsa modestia de las tarántulas y un estante de escorpiones.)
Aquí, quizá la espada del poro, una endiablada quijada de estrellas
que se abre paso en las acequias de los pezones del universo. 
-Desde allá, atisbo a los tranvías que transitan por las estelas fugaces-
Tal vez en los a menudos de la semana, la esfinge deje sus claves
y se proponga a escuchar las quejas de las alondras o de las bandurrias
que desde muy temprano dejan sus plumas ensartadas en la faena. 
Ya no veo el día en que las libélulas hagan del pantano una fiesta
o que la chiltota haga su nido de ramitas, hoy quizá ya lo hizo de acero.
Sin embargo, a través del almanaque que juega con las huellas del tiempo:
la falacia que crece como nariz, mientras los cartones se encharcan
y dejan caer su aliento en la almohada que no quiere saber de vértigos.
Después de todo, somos bufones y jugamos a los malabares de la muerte.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Puertas

Puertas de Tunez de Claudia Castro

¿Hasta qué punto el estante puede soportar
a tanta herida en el dintel de sus párpados?
¿De qué modo? ¿Cómo?
Si tengo a tus recuerdos amarrados al zapato:
¿Cómo librarme de las esquirlas de tus escombros?
¿Cómo sacar de mis poros el suave aroma de tu pubis?
¿Cómo liberar mi mente de tus vaivenes
y comenzar a navegar junto al huracán de mi barca?
¿Cómo?
Si abrí muchas puertas, puertas que atravesamos juntos
como un eclipse donde las alondras nos musitaban
y despertaban en nosotros la necesidad de unirnos;
esa necesidad donde nuestros espectros,
no vacilaban, ni lo pensaban dos veces,
solo tiritaban y mordían el culmen de las corrientes. 
De qué, ¿de qué sirvió todo esto?
Si todavía me ahorca el pálpito del calendario,
restriega mis ojos con alfileres y días de sangre
en donde solo la estela que dejan mis náyades
me libra de tanto escalofrío a punto de vértigo.

martes, 17 de septiembre de 2013

Frío


Un verso cae al agua
y se hiela con la sangre.

En este tiempo desmesurado de la linterna:
escucho como las nubes palpitan en el espejismo,
atisbo los trenes que salen del espejo,
me da por saltar del andamio de los dinteles,
pero enseguida me encuentro con el pie en tierra.
Después de todo, nuestros colmillos son de barro
y nuestros ojos son de un letargo de cipreses. 
(Camino en este desván del desvarío.)
Yo, solo espero la mortaja que viene como lied.
Es tarde, nuestros temores despiertan como vampiros
y se internan en el bosque para protegerse
de la niebla que acecha el iris de sus lenguas. 
Me apetece un sorbo de tu líquido escarlata
para vomitarlo luego en las páginas de mi angustia. 
Pero sin duda, me darás serpientes en una taza
para que sienta el veneno que separa tus piernas
y que hace tiritar a menudo el cuello de tu insomnio.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Duende


Hay una clara evidencia en mis bolsillos. 
Hay secretos ocultos en esta arca abierta.
Bajo las sábanas de mi lengua
la turba que ventila acantilados,
mientras los cúmulos de vergüenza
-pasan despacio-
anochecen, como si mi alma 
otra vez fuere a morir. 
En este pozo: 
mi doble angustia,
mi doble navaja, 
que mis heridas surcan
como el filo de la embalsamada aurora.

sábado, 14 de septiembre de 2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

Estertor


Duele ver a tus franjas en capullos de quimera.
Duele cuando te usan en estampillas de aceite. 
Duele ver cuando te venden como baratija. 
Duele ver tu malestar en el andamio. 
Duele ver tu rostro lejanamente agonizando. 
Duele verte sentada en un asta de polvo. 
Duele
--
duele como una espada clavada en el pecho. 
Duele ver a tus ojos hundidos en pálpitos egoístas.
Duele oír tu cantico entre dientes
-es un cantico que duele escuchar-
duele leer tu nombre en la portada del 15. 
Duele como duele una espina en la lengua.
Escupo la amargura de mis ojos
ahora en estos tiempos que te profanan
con el falso patriotismo en las escuelas;
recuerdo que una vez me dijiste:
no existo, tú existes en mí.
Por eso, me duele mencionarte
y formar un blasón con tu nombre
para que luego sólo sea plasma.
Estimada Patria de mi bandera
perdóname por ser humano.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Rocío sexual


Los grillos traen la noche
como un vórtice de hojas. 
Bajo la hojarasca fría:
la danza empapada de oscuridad,
el fluido que perfora el aire,
el ímpetu que desgasta el borde,
el pozo desbordante de tus pistilos,
lágrimas pálidas con sabor a elixir. 
Esto no es un vaivén afrodisíaco,
esto no es una taza de niebla,
esto no es un sudor cualquiera,
esto es un reloj sin agujas
y un follaje con sabor a fémina.
Me permites
bajar lentamente por tus cactus
-sin espinas-
para complementar mi saliva
con tu caldo de concupiscencia
que arde luego en mis plumas;
brotan de tus poros las fantasías
y toman forma en tus caricias.
Estamos fríos por dentro,
quizá ya es hora de hundirnos
como submarinos hechos de esponja,
bajo la cascada de aguas termales
y hacer de nuestros órganos
dos diamantes de tempestad.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Ataduras


A veces -la pluma- tiende a volar por sí misma. 
Camino atado al andamio de las zarzas póstumas,
no me veo la sombra, la sombra me ve
y de un tajo arranca mis vértebras;
es duro el paso de las serpientes,
es duro, duro como el acero de las pupilas.
No hay modo de que los tigres me alcancen,
pero sí de que los caracoles me atrapen
para llevarme a su prisión de golosinas y baba. 
No hay modo de que estas cadenas se rompan,
pero sí de que un relámpago atraviese mis ojeras
y haga añicos el pómulo de mi angustia.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ruinas


Yo, aquí en esta fisura de cuatro puntos
jugando a los beduinos, páramos de asfalto. 
Sé, que siempre te encuentras bajo las cenizas
-como fénix-
nada más que sin ojos ni garganta,
solo con tu silencio, eco de rizos retóricos. 

Estoy sentado en la esfinge de tus claustros:
vivo, muerto y en el traspatio de tus vértebras;
soy uno más, mas uno no soy, 
finjo que ninguna herida duele
-tiembla-
pero tus alas me salvan de la agonía.

Hay una desilusión, así como alegría:
brota de donde no la espera nadie
y que siembra una semilla en los poros;
mientras tanto, desde la torre
el francotirador que dispara eclipses
y opaca el nacimiento de una nueva grieta.

martes, 3 de septiembre de 2013

Zombie


Traigo un puñado de abismos en mis bolsillos. 
Traigo una clavícula rellena de puertas
-sin salida-
que atormentan el galope de mi sangre. 
¿Por qué sufres así?
¡Pregúntale al polvo! Y no me digas lo que te dijo.
Vivo en un mundo ecuestre de caballos y asnos. 
Vivo como pulpo sin ventosas ni tentáculos. 
Vivo sin pensar en el mañana, el mañana me piensa. 
Cargo esta cruz en mis vértebras:
como navío sin puerto y proa que lloré por ella, 
como un taburete sin patas, sin lisonja ni egoísmo.

Traigo un puñado de abismos en mis poros.
Traigo a lo que le llaman educación en mi saliva. 
Aquí,
hoy,
digo: 
¿dónde estarán las pieles
y los colmillos que ayer mutaban barro?,
¿a dónde fueron?
Después de todo, nacemos del polvo
y elegimos entre fango y aceite.