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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Reloj de arena


Al reparar la lejanía que viste los andenes:
se desborda el rocío enclaustrado en el epitafio del quirófano.
Hay que abrir con bisturí afilado al crepúsculo, testigo ocular de los metales.
Al caminar, hablan las almendras a nuestras espaldas, susurran las estrellas;
cada uno llora por su galaxia, por el arcoíris que ya no mostró sus relojes.
En la ventana incluso posan ante la sombra los pájaros desvanecidos del retrato.
El reloj de arena cuenta cada trago desagradable. El horizonte despelleja sus caminos.
El cronómetro ya inició la cuenta regresiva del aliento. 
Usted, ya comenzó a recoger sus despojos; otros, los vieron en fuga junto al invierno.

martes, 29 de diciembre de 2015

Jaulas abiertas


Todavía respiran mis hipocampos el verde rocío tatuado en tus pechos.
La luz aún no se extingue. El otoño es preludio de ijares.
No hay escarabajo de barro que arrastre en su lomo una casa llena de odio.
Hay ratos con jaulas abiertas al suplicio. Aceptémoslo, le tememos a la más minúscula sombra.
La Luna lo sabe cuando escala nuestras culpas, nuestros vitrales.
Odio admitir que he visto pájaros de vidrio, pájaros de sangre coagulada,
pájaros con el bolsillo roto, donde cada uno aguarda y huye de sus propios arcanos.
─Mientras tocas tu arpa, yo toco el vacío, cisnes tocan a mi puerta de fuego.
Eres una ciudad de pernos, oxidadas hojas. El tiempo ha carcomido tu decencia.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Párpado vacío


El crepúsculo necesita un par de nudos ciegos en la retina.
─Tardes de musgo. Banquillos repletos de hojarasca, gargantas vacías,
el trasiego ha vuelto a ponerse su sombrero de verdugo.
¿Cuántos kilómetros recorre el aliento hasta encontrar un párpado vacío?
No tengo brújulas asiduas al beso o al respiro. ¡Qué más da!
El tótem flota incluso en la intemperie, es una luna de dos caras:
una es amable y la otra es un agujero negro de espadas y rosas.
¿Qué nos ofrece el estanque y sus nenúfares de pierna rotas?
El tiempo no hace más que mirar con ojos de torvo cuervo,
ni el arcoíris ha recuperado la sonrisa, la tiene gris como el otoño.
Cada día dejamos ir al pájaro a través del espejo.
Déjame decirte que: nada es cierto hasta que el espejo se desgaja
o encuentra a la Nada dispuesta a recibir sus güistes.
Sobre mis ojeras, todavía descansa el sótano de la digresión.

Haikai


Al amanecer un gallo canta
hacia donde apunta la veleta.

Haikai


Un río
también es una senda
por la que viaja la vida.

Fe


He vivido como perro
y he soñado como grillo.
Pero eso no quiere decir
que no sea un niño.

Factoría


¿Cuántas veces observaremos la muerte de la aurora?
La hojarasca enlata cada grito paupérrimo de las sandalias.
(Hay muchos alambiques donde se destila tu sexo.)
Ya no me sorprende el ataque masivo de los insectos,
los he contado cada uno desde la primera luz de las luciérnagas.
El odre escudriña en nuestro miedo y encuentra:
regueros de vergeles hundidos en el alcohol,
utopías con las piernas degolladas y la memoria amputada,
camellos con desiertos bicéfalos, niños con piscuchas de plomo,
pájaros con plumas de paja, arcoíris de aceite, azoteas con gatos inconformes.
El vértigo no es más que el nudo ciego, la anadiplosis letal del calendario.