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viernes, 29 de mayo de 2015

Columpio falaz


Dicen que sube a traer estrellas,
dice que son flores y vías férreas.
Dice que tiene dos brazos
y que sabe cuánto pesa el espacio.
Además, sostiene que una parte de él
duerme en una alcoba de cristal
y que tiene una amiga
de traje crepuscular.

jueves, 28 de mayo de 2015

Despojos del horizonte

El surrealismo de Mário Cesariny

En algunos recovecos de la memoria: la sed de tripular el navío del musgo,
la austeridad ulterior al vértigo, los zapatos de la duda, los zancudos del patriotismo;
siempre es indivisible la sartén donde cuaja o muere el soplo de los violines.
Algunos dicen haber visto hablar a la almendra, yo les digo que se corten los ojos
y la escuchen hablar antes de que el soplo corra sus telones hacia el olvido.
A veces uno no sabe si al abrir las ventanas caerán difuntos del dintel.
Este invierno se ha tornado un mal espejismo gótico, una sonata de naufragio,
una fuerte brizna con añicos de harapo en sus lodazales, aviso insondable.
De pronto el aliento vuelve a chamuscar los andenes, del vómito nacen los anuncios,
del llanto surge el pronóstico ambarino, horóscopo lleno de anémonas y güistes.
Hay tanta niebla en las guitarras grises de la niebla, ya ni te encuentro,
ni encuentro sosiego en tus montes astrales. ─Sombrío el pozo, embustero.
Es hora de horadar al verdugo con un puñado de piscuchas y vergeles;
porque los niños serán los que vistan de índigo y beban lo que quede de vos.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Amor bélico


Muralla, tus labios. Arpón, el crepúsculo.
El sendero, tu ombligo. Arpa, tu espalda.
El contrabajo, tu pecho. Puerta, tu voz.
Lira, tus poros. Ambiente, tu piel.
La niebla, jadeo. Iridiscencia, tus cabellos.
Espada, tus besos. Vía férrea, el rocío.
El mar, tus ojos. Bosque, tu pubis.
Laberinto, tus encajes. Fénix, el aliento.
Manzana en tus pezones, manjar de crueldad.
Muero al recorrer tu periné. Revivo luego entre espinas.
Duermo entre grilletes y despierto totalmente embestido.

martes, 26 de mayo de 2015

Nostalgia


Hubo un tiempo en que las palabras se vestían de cieno,
mientras el arcoíris bordaba pálpitos y alegrías en sus costados.
En aquellos días había diamantes de luz y centellas de armonía;
no existían manos pálidas ni pañuelos invisibles entre las sábanas.
Las tormentas parecían rocío y mecanografiadas caían como luceros.
Teníamos que capturar la voz y el suspiro musical de los pájaros,
teníamos que pespuntar el musgo que salía de la boca de los árboles
y contener el canto de las cigarras en cofres hechos de ilusión y espejos.
Hubo un tiempo en que las espadas procedían solo de peces,
no era un misterio cuando alguien moría escuchando sonrisas de jilguero.
Ahora páramos gobiernan la ciénaga, cipreses los vergeles.
¿Dónde están los cántaros de luz, los escritorios abrigados con musgo?
¿Existe alguna forma de recuperar el tiempo que perdimos, la voz?
Todavía guardo algunos libracos donde el océano era mácula de alhelí;
incluso todavía escucho ─y a veces leo─ las alegorías sin anestesia de Rimbaud.
Era todo un mar de navíos ebrios, ebrios de pasto y cálidos pezones,
ebrios de tanto beber el sexo de las sirenas, ebrios de vivir y cultivar la utopía,
ebrios de abrir el estuario y el cielo; mas no como ahora: ebrios de muertos y deshoras.

lunes, 25 de mayo de 2015

Casa desahuciada


Algunas fotos se leen como gritos y otras como llanto.
Frente a mí, los rastros del tiempo y sus relojes antropofágicos.
¿Escuchas? El cigüeñal del páramo junto al bostezo de los hongos;
de nuevo tatuajes abren el crepúsculo con bisturíes de sombra.
Sobre el techo hay tanto vértigo de cinco picos, gatos con tripas de estambre,
palomas con plumas agujereadas por el frío, óvulos con escisiones en la lengua.
─Habrá que contratar cormoranes para que pesquen y se lleven el luto al infinito.
No se ve clara el agua de un cielo tan inhóspito como éste. Del Nilo,
la orina baja como géiser ennegrecido por la intersección del pubis.
Siempre encontramos güistes en la camisa agónica del ocaso. A veces,
pero solo a veces, nos da por besar el fuego fatuo del estuario,
mientras el aliento desciende entre la podredumbre de aquel rancho sin luceros.

Greguería


Justo cuando piensas que has encontrado el camino, aparece otro.

Haikai


La cigarra quiere
cantar todo el tiempo:
muere en invierno.

viernes, 22 de mayo de 2015

Sueño interrumpido


Larga noche la de mi amiga,
no durmió nada por tanto ruido.
Larga noche la de mi amiga,
tiene que acortar el tiempo perdido
y contar lo que vio al ermitaño
antes de que salga del oriente lejano.

jueves, 21 de mayo de 2015

Alegato


Si un caracol viaja en una moto de corcho
y choca con la ola más aterradora del mar,
el cielo se irritará y dejará caer un mazo
junto a una manzana de espejos y cabelleras;
luego se redactará en los periódicos: que un pulpo se estrelló
y causó daños irreparables en las arcas cristalizadas del páramo.
Sucederá entonces, que el silencio y los ojos de la espuma reirán,
mientras la sal del océano cicatriza las heridas de aquel caracol.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Posible ocaso


Cuelgan féretros del ovario de las magnolias.
No hay rastro del caracol verde de los candiles.
¿Acaso el crepúsculo es un sarcófago de tapa abierta?
Bajo la piel del sudario, la marea se alza en rosas negras,
en negros páramos donde se encasquilla la ignorancia
y donde Hades escupe a diario los planes para el oprobio.
─Habrá que buscar cántaros que guarden cada suicidio.
(Ya no hay azul en las linternas, ni quevedos para la sal.)
¿Sabe usted de la noche que encierra cada violín inasible?
Ya no hay mapa conceptual que defina la risa escarlata de la muerte.
Usted. Usted comienza a morir bajo el puente de la nada.
Yo, empiezo a cercenar el ombligo... de las digresiones.

martes, 19 de mayo de 2015

Descarga


Por entre los cardos va el relámpago,
lleva su lengua cubierta de espinas
y en su cabello gritan con estruendo las cigarras.
(Teje lucecitas de colores y trapos de cristal para los grises.)
Sucede que a veces es un corcel brillante, un pez vehemente
y que le tiene asco al discurso podrido de los moscardones.
─Odia el despotismo en sus distintas formas.
Derrocó a Apolo y echó del Olimpo a Zeus, 
escupió a los infiernos donde Hades gobernaba
y derramó güistes en los campos aparentemente elíseos.
Éste relámpago, es odiado por anémonas
y perseguido por los truenos de lo inicuo;
sin embargo, no desiste en sembrar iridiscencia
en los páramos donde usted ha dejado su huella.

lunes, 18 de mayo de 2015

Crepúsculo bajo tierra


Tropieza el crepúsculo con una fosa casi simétrica.
Nuestros gritos están hechos de crepúsculos desgreñados.
Llueven rocas sobre la memoria, el loto busca una respuesta en las alcantarillas.
Caminan azules los miedos de la materia; frente al ojo, los cuchillos,
acaso entre el temblor de las espigas, acaso entre la lujuria del oscuro.
Sucede que la sed ha vuelto a escupir ráfagas de colmillos y crisantemos,
sucede que en los horcones chisporrotea el humus de las polillas.
─Los bosques yacen bulímicos por tanto íncubo en sus breñales,
los ríos tienen cólicos, contracciones tan severas, partos y pulpos prematuros.
Tendremos que colgar el miedo en las tachuelas del arco iris.
Ya no hay tiempo para lisonjas y deseos. ¡Basta de tanta imagen ciega!
Nuestra Patria, muere de hipotermia, encendamos la chimenea.

sábado, 16 de mayo de 2015

Tanka


Viejos pilares
desnudos en el bosque;
igual que el vaho
que brota de la selva
emborrachan santuario.

Haikai


A: Juan Carlos Gómez Rodríguez

La nieve cae.
Mientras sostienes el libro,
yo duermo al otro lado.

viernes, 15 de mayo de 2015

Antaño


Por este lienzo de cristal
los niños paseaban
y tejían sus sueños al andar.

Por este camino ya entumido
las aves fundaban sus hogares
y solfeaban con megáfonos de lirio.

─Aquí, el Sol hacía muñecos de arena
y la Luna amarraba su luz a mi marea.

¿Dónde estará aquel barco de nube,
ese que transportaba fantasías
y las depositaba en tu tierna mejilla?

jueves, 14 de mayo de 2015

Lamento 70


¡Oh Dios, acude a mis lágrimas y a mis rastrojos!
Salvadme de tanta zarza esparcida como vaho en el viento. 
Escúchame, que el mar sea desagüe para mis modorras,
que la brisa sea el lavatorio para tanta perfidia. ¡Ven! ¡Apresúrate!
Acude y vierte luz en las heridas por donde el espejo sangra,
acude y revierte la aflicción de todos los menesterosos.
¡Oh buen Arca, déjame tripular los andamios del umbral,
déjame conocer la roca donde las flores germinan;
y que este humano de polvo y fuego fatuo,
sea parte de tu ejército en los campos elíseos!
Pregonad. Difundid vosotros los pájaros.
Pues él ya está entre nosotros,
como una púrpura ardiente y roja llama... de luz.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Último deseo

Deseo surrealista de Simon Siwak

Cuando ya sientas el final, el pico del cuervo en tu frente.
Abre tus ojos hacia el principio o quedarás en el cofre vacío de la actualidad.
─Quiero volar entre algas y ánimas. Quiero cruzar descalzo el río en desuso,
como cuando mi alma despertó por vez primera en este mundo de falsas fosforescencias.
Tu alma no tendrá por qué guardar sus alas en los cofres de la nada,
pues por fin despertó al inhalar el último réquiem del viento.
─Mi cuerpo pide tumba de jazmín, una donde cuaje el páramo
y haga vibrar hasta el rostro de la oscuridad. ¡Guardo silencio!
No sufrirás, mientras el abecedario arrulle como un pezón de luz.
No sufrirás, mientras el insomnio trabaje para vos. ¡Rest in me!

martes, 12 de mayo de 2015

El mundo bajo el sombrero


A diario la niebla nos agarra como inservibles badajos,
sonríe, mientras la sangre golpea de costilla en costilla los metales.
¿Será posible nadar entre la arena podrida del crepúsculo?
Tal vez sueñe con cruzar tu estuario de la mano del vaho;
abajo, las carreras se hacen con cruces y púas en el pecho,
aquí, los espectros y las caracolas suenan como erectos moluscos.
Tendrás que excitar al faro mientras tu navío libera anclas;
por amor, no jales del gatillo de los andamios, no tires al basurero más relámpagos,
ni cortes la lengua del peñasco, que estoy a punto de llegar al vacío de tu mirada.
Es preciso cambiar los cisnes por patitos de hule antes de que caiga la noche,
es preciso pintar los árboles con crayolas de gaviota y penumbra. 
Algún día tendremos que izar nuestras cabezas y hacer escaleras al infinito.
El páramo, cabello maltratado por las manos del horizonte. ─Dedos infernales.
Mujeres viajan con sus pómulos entre las ruedas de las bicicletas.
─¿Hacia dónde nos llevará la daga y los grilletes de deshora y güiste?
¿En qué museo yacen guardados los vestidos del cielo y la piel del oráculo?
Habrá que extraer el pus al cielo, extirpar la furia del león naranja,
y así: recuperen el esperma los cardos, reviva la madrugada
y llegue la noche con almejas, ostras, arroyos, brebajes y caracoles.
Lo demás, se añadirá como agua de cántaro hasta el periné de la fosforescencia.

lunes, 11 de mayo de 2015

Manchas de invierno


Todo es libélula en el pecho de los cuervos.
Todo es herida en los brazos resquebrajados del espejo.
Aquí, el cielo y sus velámenes conjugados en pretérito pluscuamperfecto,
las olas y sus sustantivos rellenos de ixcanal y poca labranza.
Es cierto, es tal el malestar de los puentes, la ceguera del horizonte,
que ya ni las canciones llueven con aquel pálpito de alondras y avestruces.
Suena crudo el violín de las ventiscas, la guitarra de las horas:
habrá que hacerle nudo ciego a la lluvia. Siempre abrimos.
Abrimos el pórtico de donde emana el sufrimiento y la sequía,
esa sed que quema las linternas del paraguas, esa sed que muerde
y hace orificios en el eco, voz tenue de las rocas. (Retornamos,
regresamos a casa con un puñado de moscardones en la garganta;
luego a gritos las guacalchías nos trenzan en sus nidos de laberinto.
¿Acaso habrá tumba que aguante con todas nuestras impurezas?)
En mi papel saltan los peces, como puntos suspensivos del abrojo;
como vos entre el desagüe del elixir, cascada inmolada del suplicio.

viernes, 8 de mayo de 2015

El mago y los números


Abre la cajita
y saca un numerito.
¿Qué número sacaste?
─Saqué el uno.
Ahora frótalo.
¿En qué se convirtió?
─¡En un unicornio!

Ahora saca de nuevo.
¿Qué número sacaste?
─Saqué el dos.
Ahora frótalo.
¿En qué se convirtió?
─¡En un campeador!

Saca de nuevo.
¿Qué número sacaste?
─Saqué el cero.
Ahora frótalo.
¿En qué se convirtió?
─¡En un cielo!

Casi está completo el cuento,
solo te falta el castillo
y una doncella en peligro.

jueves, 7 de mayo de 2015

Autoexistencia

Leda de Nicolás Kalmakov

Nací respirando momias por los ojos.
Perturbado desde el 4 de junio de 1988.
Soy el que diseña caminos en el aire,
el que tiñe su camisa con el sexo de los moluscos,
el que bruñe vértigos y los convierte en intangible utopía.
Tengo casa aquí, allá, y sin embargo duermo a la intemperie.
Nunca he sobresalido como humano y creo que tampoco como muerto;
también sé de cuántas lágrimas están hechas las tormentas
y de cuántos espejos rotos están hechos mis espantosos dedos.
He guardado los días que he vivido y mi bolsillo ya se ha roto,
roto como las sillas del viento o como las muletas rotas del cielo.
¿Habrá lugar para mí en este oleaje de trenes? Me digo.
A veces cocino, pero nunca he podido concluir un huevo frito.
Nunca tuve infancia, mas pienso que cuando llegue a decrépito la tendré.
Fui un niño que elevaba bolsas plásticas y ocultaba sus sueños en las nubes;
ahora resulta que no sé en qué nube habré ocultado mi atormentada sombra.
Mi ocurrencia está llena de alambrados e incoherentes infinitos;
desde luego, no me importa lo que digan los cuervos,
ni lo que piensen esos estúpidos y endemoniados vitrales.
Soy un ser aburrido de tantos desdenes y tumbas falsas,
soy a quien no le importa si el océano se seca mañana
o si el mundo deja de existir por negligencia de los cadáveres.
Soy el que se acuesta en las ascuas olvidadas del abecedario
y tiene sexo con una luciérnaga y otra por largas horas infatigables.
Soy mentiroso, he comido polillas y he masticado a muchos payasos.
Por cierto, antes de escribir todo esto, me miré a un espejo
y le pedí convertirme en lo que ahora soy... otro cisne invisible.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Congoja


Ya no hay asombro en los dientes cariados de la lluvia.
Llueve. Tengo sed de pez, tengo hambre de rocas y guijarros;
de por sí las cadenas han atravesado mis palpitantes ojos.
¿Qué podré llevar para el camino? ¿Algunas lágrimas que te sobren, amor?
Sin duda la borrasca se llevó mis saudades en sus carretones de asma.
Quizá pueda amarrar la ilusión al mástil de las luciérnagas.
Quizá no pueda mantener por más tiempo el vuelo. Quizá caiga.
Quizá pincele el árbol en las osamentas. De pronto, tañe el panal
y dibuja flores cósmicas en el páramo de mi memoria.

martes, 5 de mayo de 2015

Noche póstuma


Soy la vereda donde los lamentos se desgajan.
Soy la cruz donde los muertos cuelgan sus lágrimas marchitas.
Como pregón: valijas oxidadas del viento y sus camaradas,
alambiques en torno a tu pubis y al alambrado de la razón;
sombras del tamaño de la nada, flores con herrumbre en el pómulo,
odres ebrios de sangre y tranvías que transportan postrimerías.
─Fría el habla de las campánulas, oscuro el mar que ayer fue azul.
¿Dónde estará la dialéctica escandalosa del musgo? He aquí,
usted sin vestido y con sandalias de páramo y polvo escarchado.
A veces pienso en las abejas y su agonía de iridiscencia,
en las lombrices que hacen fiesta en las barrigas
y en los harapos que como ruinas portas en tus labios.
Tengo que reinventar el tiempo, montar el corcel hacia el estuario,
dibujar todo con lo que me queda de savia y sacar paz de las digresiones.
(Habrá que pedir un poco de intimidad a la penumbra
y un poco de calor al vientre de la Luna. ¡Ha acabado la noche!)

lunes, 4 de mayo de 2015

Golpes al vacío


¿Escuchas liras en esa almohada perforada por las agujas del crepúsculo?
¿Sientes como vibran las sombras cuando los grillos escriben tus gritos?
¿Oyes cuando el viento entra y sale como espantado entre las cortinas?
¿Atisbas cada lágrima que se desliza por el pómulo húmedo de los vitrales?
¿Qué hace una polilla oculta entre los vagones ahorcados de mi sangre?
Solo tu brisa lo sabe. ─Al final vos sola, sola con tus ruinas, tu sexo,
sentada en el hormiguero de la nada, a la escucha del tumbo de los metales.
(¡Quiero morirme!) Entre una hoja y otra: el llanto a tal grado de los peces.
Tendréis que visitar el desierto bicéfalo de los relojes. Aúllo, tal cual brisa de abril
y aún la Luna no sale de su escondite nupcial. Quizá he perdido la ilusión
o quizá los sapos extendieron su lengua para llevársela muy lejos.
Temo no tener brazos para cargar algún día la llaga de tus océanos;
sin embargo, me atrevo a decir: que tus acantilados hoy me saben a arcanos.

viernes, 1 de mayo de 2015

Amor de madre


Muy feliz voy
a la par de mi madre,
arriba sonríe el Sol
con gran alarde.

¡A que no imaginas
el paisaje que voy mirando!

El cielo viste de pez payaso
y hay pajaritos en su regazo.
 
Ya casi llegamos a casa,
canta con fuerza mi papá;
─hay que llegar rápido al nido
a ver si tu hermanito nació ya.