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martes, 30 de junio de 2015

Cerrazón


Aquí, ya estaban asentados el ocelote y el maíz.
Ya existían muchas estrellas en los sembradíos del independiente.
Había tesoros en cada parte no tocada por el falso hombre.
El invierno agarraba su color azul del añil y de los ríos extensos como los mares.
No había albañales, ni vampiros reunidos en plenarias y plusvalías.   
De pronto, del océano brotó el color que nadie conocía,
el color de una guerra en silencio, una guerra contra la armonía de los pájaros,
una guerra que escupía odio y escurría egoísmo, una guerra amarilla,
una guerra que disparaba avaricia, una guerra contra la sangre, sangre.
Una guerra contra nuestra tierra, nuestra América tan tierna y fluorescente.
Aquí se mantenía el equilibrio, lo sabían los elefantes, las panteras y los leones.
Aquí también corría la sangre, pero también se nutrían con lo que daban los árboles.
Sin embargo, la sangre fue derramada y los ojos del hombre rodaron sin rumbo,
y los que se creían dueños del mundo carcajeaban frente a sus espejos miserables.
Entonces, los dueños del cacao se levantaron de sus sillas y agarraron sus armas,
enfrentaron la guerra aunque la desigualdad era del tamaño de su propia tierra.
─No nos descubrieron, nos quitaron lo más preciado que poseíamos:
la libertad de ser nosotros mismos, la libertad de correr como jaguares,
la libertad de movernos de un lugar a otro sin pedir permiso a nadie.
Ahora nuestra paz se ha tornado del color de la sangre, sangre de cinco cielos,
roja desde el primer día en que las botas pisaron estos lares
y nos cambiaron el crepúsculo por días sin Sol y sin Luna.
Esta tierra ya no palpita como antes, un tumor negro la carcome desde adentro,
un tumor que se hizo grande por la mordida de vampiros y cuervos borrachos;
ahora amanece y el Sol muestra una luz sin luz, como aquel girasol marchito,
una luz que fue robada por chequeras hechas con la piel de nuestros amigos.
Por eso las piedras siguen gritando como trombón en cada esquina
y no se detendrán hasta recuperar aquellas noches de búhos y lechuzas.

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