En otro mundo,
mundo de azahares y pequeñas mutaciones:
las velas naufragan antes de tocar la orilla
de los corceles;
allí las olas pespuntan
─como si tuvieran una rueca─
a los despojos poco inusuales que dejan caer
las avecillas escarlata.
─¿No eres tú cuando duermes colgada de las
barbas del bosque
y agarras con tu mano derecha el hálito
exhumado de los gusanos de luz?
Es una piedra negra la que abre la náusea del
pasado
y con la lengua pintamos lo que allí fue
guillotinamente gris.
Otro mundo se abre cuando la flor se abre,
otro mundo se resquebraja cuando la sangre es
la que llena los picos de las aves,
otro mundo es el que surge del epitafio de tu
mirada puesta en un vaso vacío.
Un día de estos seremos parte de las escamas
de las sirenas,
un día de estos dejaremos de ser lo que somos, mientras no dejemos morir el silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario