Hoy que llegaron y se fueron sin llegar,
hoy que nacieron y crecieron sin crecer,
hoy que hablaron de arcoíris inciertos y serpientes de
piedra;
a escondidas el niño los escuchó hablar de todo esto.
¿De qué hablo sin siquiera hablar? Todavía no llegan,
pues no han querido salir de la Nada, nos separa un gran
abismo,
un abismo que no es abismo, sino una luz oscura vomitada por
murciélagos.
Junio se traga incluso los zapatos rotos del follaje,
se traga todo menos el espacio no ocupado por los que no
llegaron.
─Los insectos están ebrios del néctar que sobra.
¿Y nosotros? Ebrios del instante o de los instantes pétreos
de la sangre.
¡No vengan! La tierra no quiere blandir también sus
gangrenas.
Las calles esperan el retorno de sus cuerpos
triangulares.
Junto a las raíces, se escucha un
campanario en llanto.
En el calendario fue escrito un mes sin nombre.
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