El invierno refleja muchas cosas.
Mas no es un espejo, es un vientre con ojos insensatos,
un molino de viento al cual las raíces le hacen falta para
comprender totalmente al vacío;
la cordura es una locura disfrazada de crisantemos, la noche
es dinero,
la congestión lo sabe al quitar una por una las tejas
somnolientas del ojo pétreo.
Los faroles no cobran impuestos a las luciérnagas, ¿sabré la
hora cuando se apague la última?
La vida relampaguea como ratón engañado por el corazón inconstante
del frío.
Mañana oscurecerá seguramente y nosotros solo seremos un mal sueño bajo la almohada.
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