La vida gira como una bola de malicias entre la pálida luz
de la Luna.
Cada uno duerme o no duerme, los grillos ya saben asesinar
con sus voces frías;
las cartas no se escriben solas, en solitario retorna el
viento a su alcoba de tizne
y la marea sube como un orangután subiendo por las tetas
cancerosas de los árboles.
(¿Alguna vez te has
encontrado muerto con tus partes en diferentes panteones?)
La llaga es enorme ante los ojos de los pájaros, hay espejos
y sienes al otro lado del güiste.
─¿A qué horas inició el fin del mundo y no nos dimos cuenta?
En los bejucos:
el rocío llama por su nombre a los colibríes despellejados
del aliento,
los llama a beber de su dolor, es su manera de afrontar la disidencia.
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