Una pesadilla me ha hecho reír, un rumor de pulpo me ha
hecho fijarme,
ciertamente, en los muros vomitables y orinables de las
políticas impuestas.
Mi tinta no es más que orín de calamar, es medicina para
doctores del silencio;
los grillos la beben como agua de tiempo, con ella las
piedras se vuelven tenores.
Es necesario sufrir un poco, no románticamente, ni
literalmente,
somos nativos de una selva antropofágica, ¿realmente somos homo
sapiens?
Los periódicos están llenos de libélulas, mantis abismales,
discursos escritos en letrinas,
¿acaso nos interesa el excremento amarillo del hollín? La
miopía existe,
asimismo el gusano gobierna desde la cima y vende a sus
súbditos lo que sobra del otoño.
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