Encima de los zapatos las moscas abanican sombras lechosas,
cae a migajas el cielo; todo concluía en un pedazo de galaxia
que recogí ayer,
mientras comía un mendrugo hecho del vértigo raíble de la
bóveda.
Ahí escuchaba el llanto de los cabellos, el guijarro rodó en otra lengua,
oscurecía, la luz oscura comenzó a partir en dos los
vitrales asmáticos del ocaso.
Sin duda, aunque no lo crean, he visto desfallecer a muchos
caracoles mientras vuelo,
he visto madréporas regurgitando hojarascas en blanco y
negro,
he visto en las aceras el color del que está hecha la
agonía.
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