Una gaviota desmantela las paredes de un horizonte en
llamas,
pinta retratos con hombres quemados a la orilla de un río de
huesos;
el sol sonríe, los árboles al volar observan desde arriba
todo cuanto quisieron,
un mar de ceniza palpita en pecho de pericos australianos;
la gaviota también los pinta.
La gaviota disfruta pintando hombres incinerados, muestra su
arte al cielo, al caracol,
incluso a los gusanos y a las estampidas de crisálidas
teñidas de bronce.
El cielo cruje, las nubes comienzan a recibir el hollín
fermentado de los hombres,
las hojas se pegan al cuerpo, parecen espectros cruzando a
otra dimensión;
reloj detenido, una lechuza gira su cabeza al lado contrario
de las agujas,
el desierto comienza a hablar, de su lengua sale un
abecedario de serpientes subterráneas.
La gaviota anuncia su victoria, gana el concurso más grande de
pintura,
su pintura llevaba por título: "La muerte del hombre y su ego".
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