La vida da vueltas frente a mi rostro que no
es rostro,
en ella el veneno agita las piedras y
reescribe el cielo que se desploma.
─Una vez tuvimos cielo, ahora lo tenemos
hincado ante nuestros despojos.
Tuvimos ojos y la ilusión formó nuestro
carácter, mientras las hojas contaban
y hacían anécdotas para los escarabajos que
bajaban por un poco de excremento.
La mirada de nosotros es un sol que desciende
como pordiosero por los ixcanales,
entiende lo que vemos y lo que no vemos,
entiende lo que escuchamos de la nada,
entiende lo que palpamos y se convierte en
cáncer. Fuiste un manantial,
ya lo dije, fuiste, aunque todo el abecedario
se oponga a mi retórica
y apolille las sílabas monitoreadas por un
espantapuercos
que guardo desde hace mucho en la punta dadaísta
de mis dedos.
Quizá ya sea costumbre el planchar la madera
quemada de mis días;
tradición o mito, usted decide, mañana dirán que estuve sin estar.
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