Por esta senda pasan muchos viajeros
en un trencito de pausado silencio;
a lo lejos alondras tejen el
vuelo,
vuelo de un féretro cubierto de musgo.
Canto tal cual jilguero en la oscuridad,
el lamento viene en cartas humildes
y el cartero es el más honesto del pueblo.
─¿Escuchas cómo dentro del espejo lloran
heridas las sirenas?
Los caracoles miden el tiempo, el
polvo,
saben a qué sabe el camino herido del estío;
frente a ti, una ola inquieta, una nube
jugando a ser piedra,
un paraguas cubre el gerundio lloroso de un charco,
todos personajes del naufragio de los vitrales.
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