En un mundo de hojalata y piel purpúrea,
la hojarasca es el camino por el cual todos transitamos
y comprendemos el aumento de escarcha en los
ojos de los muertos.
─Todos deberíamos estar muertos y dejar
solitario este mundo.
(Todos deberíamos
cambiar de relojes y despertar en el horizonte.)
Al fin y al cabo, el engaño no es más que un
bufón asiduo al relámpago.
Todo es tan breve cuando el estío transforma
el revólver en una cresta,
rechinan las sombras cuando la verdad entra
por el orificio del epitafio.
La hoja en blanco avanza entre la dimensión
invisible de las almendras.
Somos nosotros los muertos, los que no hablan,
los que solo esperan,
los que tejen en silencio el eco inverosímil de una galaxia distante.
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