Un navío zarpa hacia la Luna
y en él un niño que sueña haberse perdido.
Éste navío atraviesa olas y huracanes en el
camino
y no se deja aterrorizar por ningún precipicio.
─Barquito, barquito ─dijo el niño─.
Déjame bajar a ese arrecife,
pues allí no ha llegado ni el hombre
y puedo seguir soñando perennemente tranquilo.
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